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Un sistema de pensiones que haga la pega

Nicolás Grau Economista de la U. de Chile.

Por: Nicolás Grau | Publicado: Martes 9 de abril de 2019 a las 04:00 hrs.
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Nicolás Grau

En el mensaje del proyecto de ley sobre nuestro sistema de pensiones, el gobierno afirma "El sistema de pensiones está entregando pensiones de vejez por debajo de las expectativas de parte importante de la población. En particular, los más vulnerables, la clase media y las mujeres no están recibiendo del sistema de pensiones lo que esperan de él."

Un mensaje honesto, pero dicho de una forma conveniente. Otra forma de decir lo mismo, hubiese sido: "el sistema de pensiones está entregando pensiones de vejez satisfactorias sólo para los hombres de clase alta". El problema es que si el mansaje redactado por el gobierno tuviese ese nivel de transparencia, sería difícil sostener, como hace este proyecto, que en lo medular el sistema de pensiones impuesto durante la dictadura no debe sufrir cambios estructurales.

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En los hechos este es un sistema de pensiones que ha hecho tres cosas "bien". Primero, ha permitido generar ahorro en la economía. Segundo, ha generado pensiones adecuadas para los hombres de clase alta. Tercero, ha permitido que los dueños de las AFP tengan utilidades exorbitantes.

Aunque podemos tener juicios normativos distintos respecto a cuan positivos nos parecen estos tres logros del sistema de pensiones, al menos deberíamos tener un acuerdo respecto a que no cumple con lo básico: no da buenas pensiones para la gran mayoría de la población.

A mi juicio, una reforma al sistema de pensiones debería abordar los siguientes cuatro aspectos.

En primer lugar, es urgente mejorar las pensiones de quienes están jubilando hoy. Y aquello sólo tiene dos caminos posibles: más impuestos o incluir un componente de reparto relevante. El gobierno se ha cerrado a lo segundo, sin buenas razones, y respecto a lo primero nos ha propuesto una quimera: aumentar en más de un punto del PIB el gasto fiscal en pensiones solidarias, pero sin subir los impuestos. Problema que empeora si se considera que su reforma tributaria propone, en la práctica, reducir los ingresos fiscales.

En segundo término, se requiere tener un sistema más solidario, que funcione realmente como un seguro social. Aquello implica, al menos, atenuar la lógica de capitalización individual. Mientras nuestro sistema sea en lo medular un reflejo de lo que a cada uno le pasa en su historia laboral, no habrá vejez digna para el grueso de la población.

En tercer lugar, es crucial avanzar hacia un sistema donde las mujeres no tengan en promedio pensiones distintas a las de los hombres. De acuerdo a la encuesta del uso del tiempo del INE, las mujeres en Chile trabajan más tiempo que los hombres (en todas las edades), pero lo hacen muchas veces sin recibir un salario a cambio. ¿Por qué, si trabajan más que los hombres, tienen que recibir en promedio pensiones más bajas?

Por último, es indispensable que los ahorros previsionales no sólo se inviertan pensando en la rentabilidad privada. No tiene ninguna lógica que, con sus ahorros, las y los trabajadores financien empresas que contaminan sus ciudades, que pagan bajos salarios o que tienen prácticas anti sindicales. Los ahorros previsionales son una oportunidad para que, junto con financiar actividades privadamente rentables, se reviertan parcialmente los vicios propios de las economías capitalistas.

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