Un camino pedregoso para la economía mundial
Sergio Lehmann Economista jefe del Banco Bci
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Sergio Lehmann
Las perspectivas para la economía global se han tornado más desafiantes con miras a 2023, reconociendo múltiples shocks que la afectan. Destaca, como bien sabemos, la alta y persistente inflación que ha llevado a marcadas alzas en las tasas de interés globales, dejando atrás más de una década de condiciones financieras muy favorables. Veremos en lo que viene mayores costos de endeudamiento, lo que golpea con rudeza a las economías emergentes, especialmente a las más vulnerables.
Asimismo, el escenario geopolítico se advierte más complejo. En palabras del Fondo Monetario Internacional (FMI), se reconoce una suerte de fragmentación geopolítica, con la Rusia de Putin empecinada en reconstruir un imperio; China enfrentada con Estados Unidos en la búsqueda de un mayor liderazgo global; la India trazando su propio camino; mientras en América Latina se registra una polarización que daña el clima social y lleva a inmovilizar a sus economías. Esto afectaría el flujo comercial y financiero mundial, poniendo límites a la globalización que llevó a un desarrollo en las últimas décadas como hace mucho tiempo no se veía.
“Nuestro país se muestra hoy más vulnerable, con menos herramientas para enfrentar el complejo camino que comienza a verse a nivel global. Esto exige políticas apropiadas. Ciertamente no estamos para experimentos”.
El escenario que se dibuja hacia lo próximo apunta a una desaceleración abrupta en la economía mundial. Más aún, el FMI sitúa en 25% la probabilidad de un crecimiento bajo 2% en 2023, que para efectos prácticos se entiende como una recesión global, dada la inercia natural de China y otros emergentes. La inflación, en tanto, irá gradualmente retrocediendo, para llegar a un nivel similar al promedio de la última década recién en 2024. Estas cifras reafirman que en los próximos trimestres el camino se viene pedregoso y quienes transiten con éxito por él serán solo los que han hecho la tarea de construir buenos soportes, con amortiguadores modernos, piezas de buena calidad y bien aceitadas, y un tanque de combustible bien abastecido.
¿Cómo enfrenta nuestro país este escenario? Las discusiones centradas en desafíos locales, como el camino constitucional y reformas clave, son correctas, pero han dejado de lado exigencias que hoy se reconocen desde la perspectiva externa. Postergar la promulgación del TPP11 esperando la poco probable firma de side letters es una mala señal; la insinuación de hacer un acuerdo tripartito con Argentina y Bolivia para controlar el precio del litio va en la dirección errada. En materia tributaria, la propuesta de royalty minero, con una tasa muy por sobre el estándar internacional, reduciría los incentivos para nuevas inversiones, mientras que gravámenes altos sobre las ganancias de capital llevarían a una menor de liquidez y, consecuentemente, mayores costos de financiamiento.
Debemos fortalecer la infraestructura exportadora, con puertos modernos y más vías de alto estándar, al tiempo que se faciliten los procesos de evaluación y aprobación de inversiones, utilizando criterios no discrecionales y bien fundamentados, introduciendo mayor agilidad. Es central, al mismo tiempo, recuperar la fortaleza de nuestra economía, hoy golpeada por la menor responsabilidad fiscal de los últimos años, una institucionalidad que sufrió los embates de miradas miopes y un clima de violencia que no enfrentamos con la fuerza requerida.
Nuestro país se muestra hoy más vulnerable, con menos herramientas para enfrentar el camino pedregoso que comienza a verse. Un vehículo bien reforzado y moderno, que transite sin arriesgar quedar en “panne” o salirse de la pista, exige políticas apropiadas. Ciertamente no estamos para experimentos.