Transparencia: el camino para recuperar la confianza
Arturo Platt Presidente de la Asociación de Auditores Externos de Chile
Chile ha caído 10 puntos en una década en el Índice de Percepción de la Corrupción 2024 de Transparencia Internacional, evidenciando una realidad preocupante: el país ocupa hoy su peor posición histórica en esta medición. Con 63 puntos sobre 100, se ubica en el puesto 32 a nivel mundial, marcando un retroceso en materia de integridad y transparencia. Más allá del impacto reputacional, puede haber consecuencias directas en la inversión, desarrollo, estabilidad institucional y, especialmente, en la confianza. La transparencia es un pilar fundamental para el buen funcionamiento de lo público y lo privado; sin ella, se debilita la confianza en las instituciones, las empresas y el mercado.
“(La transparencia) requiere un cambio cultural en las organizaciones, donde la ética y la transparencia sean parte del ADN empresarial”.
La transparencia no es un principio abstracto, se materializa en sistemas efectivos de control, en información accesible y en una rendición de cuentas que garantice la independencia de los procesos. La recuperación de la confianza no se logra con discursos, sino con acciones concretas. Para ello, es clave identificar los factores que han permitido irregularidades y delitos en el pasado. Sistemas de control interno más robustos y dinámicos, que no solo detecten fallas, sino que prevengan riesgos antes de que escalen, son fundamentales para garantizar procesos confiables.
La falta de mecanismos de prevención y monitoreo constante ha permitido que los problemas crezcan sin ser detectados a tiempo. Es imprescindible que las auditorías sean realizadas por profesionales independientes, asegurando que los procesos no dependan de los propios actores involucrados.
La tecnología también debe ser un aliado estratégico en este desafío. La trazabilidad de la información y el monitoreo en tiempo real pueden reducir significativamente los riesgos y mejorar la rendición de cuentas. Herramientas digitales bien implementadas permiten detectar irregularidades antes de que se conviertan en crisis, fortaleciendo la integridad de los procesos.
La transparencia no es solo una responsabilidad del sector privado o del Estado: es un desafío compartido. Para avanzar, es fundamental que las empresas, los organismos públicos y la sociedad civil asuman un compromiso real con la integridad. Esto implica reforzar la colaboración con reguladores, fortalecer marcos normativos efectivos y garantizar que las reglas sean claras, coherentes y aplicables de manera justa. También requiere un cambio cultural en las organizaciones, donde la ética y la transparencia sean parte del ADN empresarial y no solo una obligación regulatoria.
Aun con sistemas de prevención efectivos, es posible que se cometan actos de corrupción. En estos casos, las sanciones deben ser muy duras, para que quien esté dispuesto a correr el riesgo tenga claras las consecuencias. La impunidad es el mejor amigo de la corrupción. Solo sanciones duras y ejemplificadoras ayudarán a minimizar los riesgos.
Chile enfrenta un momento clave. La caída en los índices de percepción de la corrupción es una señal de alerta que no puede ser ignorada. Recuperar la confianza es un objetivo esencial para el desarrollo del país, y solo será posible si la transparencia y la independencia se convierten en principios intransables en la gestión pública y privada.