TMC: a favor de los consumidores
Recientemente, el presidente de la República, junto a los ministros de Hacienda y Economía, firmó el proyecto que...
Recientemente, el presidente de la República, junto a los ministros de Hacienda y Economía, firmó el proyecto que modifica la Ley 18.010 sobre Tasa Máxima Convencional (TMC), como parte de la Agenda Mercado de Capitales Bicentenario.
En los últimos diez años, se había observado que pese a prevalecer una tasa de interés de política monetaria bastante baja, los créditos de consumo y las tarjetas de crédito, esto es, los financiamientos en pesos a más de 90 días por montos inferiores a
$ 4,4 millones (UF 200 máximo) venían mostrando elevados intereses, en promedio, del orden de 33% anual y con cotas superiores a veces por encima del 53% anual en el caso de los préstamos de mayor riesgo o de los intereses aplicados por mora. Si bien la señalada tasa promedio o tasa de interés corriente (TIC) es calculada con datos del mercado bancario, los límites superiores mencionados están vinculados a la TMC que está fijada por ley mediante un coeficiente de recargo de 50% por encima de la TIC. Debido a la bancarización, se han ido incorporando progresivamente al mercado del crédito personas y empresas pequeñas con menores estándares de información, sobre los cuales, al final los acreedores tienen más incertidumbre en la recuperación de sus préstamos. En atención a que hay una importante proporción de la población que queda alcanzada por la alta TMC que rige para las operaciones de crédito de consumo, el gobierno decidió tomar cartas en el asunto y ha enviado al Congreso un proyecto de ley para rebajar ese recargo sobre la TIC al 35%.
Los principales beneficiados serán los clientes que soliciten un crédito o una línea de crédito (tarjetas) de un monto menor a $ 4,4 millones, ya sea porque algunos pactan directamente a tasas equivalentes a la referida TMC o porque siempre se está potencialmente expuesto a recargos por mora. En las condiciones actuales de mercado para ese segmento, la iniciativa implicaría una caída de la tasa TMC desde 51% a una cifra del orden del 44% anual, aproximadamente; pero en la medida que vayan prosperando otras iniciativas del gobierno tales como el Sernac Financiero, es esperable que en el mediano plazo, la TMC se pueda situar en torno al 36% para el tramo más sensible analizado.
Desde luego, se podría haber bajado más drásticamente el coeficiente para el cálculo de la TMC a menos del 35%. Pero, la política pública también debe cautelar que los sectores más vulnerables no sean excluidos del mercado formal del crédito y se vean forzados a contratar prestamistas informales.
El proyecto también es importante porque amplía las facultades de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) al control de otros agentes crediticios no bancarios tales como empresas del retail, cajas de compensación, cooperativas u otros proveedores de manera que efectivamente cumplan con los límites de la TMC. Si bien por años la ley ha sido aplicable a todos los oferentes de crédito, no estaba encomendada a una entidad pública la vigilancia específica de su cumplimiento más allá de los esfuerzos del Sernac en caso de reclamos. Pues bien, la SBIF se reforzará para cumplir a cabalidad este rol en beneficio de la población y el proyecto considera elevadas sanciones para aquellos que no respeten la TMC.
Técnicamente es posible que en un comienzo pueda verse afectado en algo el crédito a los segmentos de mayor riesgo, pero debe recordarse que tanto en el caso de los bancos como de otras entidades de crédito, es una tendencia mundial en los últimos 20 años que el crecimiento financiero busque los estratos emergentes de la población, pues los créditos corporativos son de menor margen. Entonces, luego de un efecto inicial transitorio, se retornará a un escenario de bancarización hacia las personas de menores ingresos y las pequeñas empresas, tan pronto los bancos y demás agentes que participan en el mercado de créditos de consumo mejoren sus estándares de evaluación y gestión del riesgo y, por qué no decirlo, ajusten sus márgenes de utilidades. Así pues, los clientes más vulnerables tendrán mejores condiciones y los agentes crediticios gozarán de un mercado más sustentable y menos expuesto a las críticas.