La reciente baja en la Tasa de Política Monetaria (TPM) y la evolución del peso han generado una discusión acerca de la conveniencia del ajuste monetario en un contexto de la acelerada depreciación de nuestra moneda y su impacto sobre la inflación. Efectivamente, el alza del precio de productos importados explica más del 50% de las últimas variaciones del IPC, en que el tipo de cambio jugó un rol fundamental junto con el mayor precio internacional de los combustibles. Esta abrupta alza del tipo de cambio generará que la variación anual del IPC aumente y se ubique cerca de 3,5% en los próximos meses. Sin embargo, esto no justifica que se detenga el proceso de bajas en la TPM.
En primer lugar, un alza del tipo de cambio como la observada, con todos sus efectos de segundo orden, no genera un impacto sostenido sobre el nivel de precios. Los precios de mercado han internalizado correctamente el efecto temporal del alza del tipo de cambio sobre el IPC, manteniendo la cifra implícita de inflación para 2014 en torno a 2,8%. Más aún, es muy probable que en el caso de nuestra moneda haya existido una sobrerreacción al comparar su evolución con otros países emergentes con fundamentos económicos mucho menos sólidos.
De todas formas, pese a la importante depreciación, no se observa un desalineamiento significativo del tipo de cambio real respecto a sus fundamentos que justifique una medida particular del Banco Central.
Por otra parte, la principal preocupación del Banco Central son las implicancias inflacionarias de la importante desaceleración que experimenta la economía, que ha superado todas las expectativas, proyectándose incluso un crecimiento en un rango de solo 3,0% a 3,5% para 2014.
La inversión ha liderado esta tendencia, lo que se refleja en la caída de las importaciones de bienes de capital de los últimos 6 meses. A esto se ha sumado recientemente una gradual desaceleración del consumo privado. Al respecto, es muy probable que el crecimiento del primer trimestre del año se ubique bajo 3%, lo que definitivamente hace necesario un mayor estímulo monetario para evitar un desanclaje de las expectativas de inflación de mediano plazo.
Los precios de mercado prácticamente han internalizado dos bajas adicionales en la TPM durante el primer semestre de 2014. Esto se ajusta al escenario de crecimiento bajo el potencial descrito anteriormente. En este sentido, si el Banco Central es claro en el mensaje respecto al futuro de la TPM, no debería generar impacto adicional sobre el tipo de cambio.
Tal como señaló el actual vicepresidente del Banco Central, la depreciación del peso es parte de la solución y no un problema. En este sentido, la Tasa de Política Monetaria debería continuar bajando en el corto plazo para apoyar una economía que crece nuevamente por debajo del potencial. Las implicancias cambiarias no deberían ser significativas siempre que nuestra economía cumpla con una meta muy poco exigente como es crecer sobre 3% en un entorno de recuperación internacional y elevados términos de intercambio.