Salario mínimo para un nuevo Chile
Gina Ocqueteau CEO de WayGroup, Consejera General de Asech
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Gina Ocqueteau
El 50% de las personas ocupadas percibió ingresos menores o iguales a $ 400.000 en 2018, según datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2018 realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El mismo informe señala que los asalariados informales (14,7%) alcanzaron, en el mismo año, un ingreso medio de $ 366.655, aproximadamente la mitad de lo que percibieron los formales. A esto se suma un estudio de Fundación Sol, a partir de microdatos de la encuesta Casen 2017, que revela que 890.573 personas ganan el salario mínimo en Chile.
Por otra parte, el desempleo ha llegado a su registro más alto desde 2010. De acuerdo con las cifras del INE, la tasa de desocupación del último trimestre por primera vez sobrepasó el millón de personas, y en doce meses implica una pérdida de 1.837.000 puestos de trabajo. Esto, sin contar a los “suspendidos” es decir quienes, por medio de la Ley de Protección al Empleo, no están trabajando, pero mantienen un vínculo con su empleador.
En las circunstancias actuales, en que la máxima preocupación es evitar que la tasa de desempleo siga creciendo, además de buscar la forma de reactivar la masa de trabajadores “suspendidos” y establecer los incentivos para generar empleo, se ve como preocupante el establecimiento de un salario mínimo mayor al actual $ 320.500 en un porcentaje relevante.
Pero no es momento de mirar a corto plazo, puede o no ser el momento indicado. Sin embargo, este tipo de discusiones tan importantes en la vida de muchas person necesitan un análisis de mediano y largo plazo, entendiendo que los efectos de esta crisis se sentirán por mucho tiempo.
Lo anterior, se puede ver agravado al encontrarnos en período de elecciones, donde la naturaleza humana de quienes influyen o deciden al respecto, puede tender a declaraciones y medidas de gran impacto popular. Esto, sin los fundamentos necesarios, y sin una visión de mediano y largo plazo que se desligue de las presiones y del clamor del momento.
Está claro que si un país crece y se fija como una meta prioritaria que el desarrollo llegue a todos, y en especial a los que más lo necesitan, es imprescindible asegurar un ingreso digno y suficiente para satisfacer al menos las necesidades básicas. El salario mínimo es una herramienta clave para asegurar lo anterior, y así ir acortando las brechas injustas de ingreso que hoy subsisten.
Por ello, es clave buscar el equilibrio que apunte a un salario mínimo que se ajuste a la coyuntura actual y fomente el empleo, y además exija de parte de las empresas y empresarios un sacrificio para dar lo que más se pueda, aprendiendo las lecciones pasadas. Claramente existen inequidades en algunos ámbitos, que es necesario ir corrigiendo para construir un país con las bases sólidas y estables que permitan su desarrollo de manera equilibrada y justa.
El desafío es importante y frente a los grandes efectos de la crisis más grande de los últimos años, no podemos dejar de lado que esta reactivación de nuestro país debe ir de la mano del bienestar y la tranquilidad de los trabajadores, y sus familias, además de la estabilidad laboral, que les permita tener un nivel de vida básico.
Debemos dejar de lado dogmas, posiciones partidistas y cálculos electorales. Todos, autoridades, legisladores, empresarios y profesionales debemos contribuir para construir un Chile para todos. El desafío es buscar los caminos más concretos para lograr un país más justo que priorice el bienestar de su gente.