¿Tiene algún rol el cobre en la trayectoria de Chile al pleno desarrollo? De acuerdo a un estudio realizado por Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile -en el que revisamos datos de múltiples fuentes de las últimas dos décadas y más-, la respuesta es claramente positiva.
El cobre ha sido fundamental para alcanzar el nivel de bienestar actual. Hoy Chile es otro gracias al cobre. Así, si miramos cómo era el país en 1990, veremos que hoy vivimos en uno muy distinto. En sólo dos décadas (1990-2011), las exportaciones cupriferas aumentaron 11 veces; menos de US$ 4.000 millones en 1990 y cerca de US$ 45.000 millones en 2011; las exportaciones totales superan los US$ 80.000 millones, y la participación del cobre en ellas hoy llega al 54%. Los excedentes generados por el mineral son ahora la principal fuente de recursos para el fisco, en el período subieron de los US$ 1.000 millones, a cerca de US$ 12.000 millones. Es más. Esta cifra que incluye los impuestos pagados por la minería privada, más los aportes directos de Codelco, representa un 20% de los ingresos fiscales y sólo el IVA aporta más recursos a las cajas fiscales.
Realizando un simple ejercicio matemático, veremos también que gracias a ello el cobre ha permitido que hoy los chilenos paguen menos impuestos. En efecto, si los aportes del cobre bajaran a la mitad y se quisiera mantener el mismo nivel de gasto fiscal, el IVA tendría que subir a 23% o los impuestos de las dempresas a 35% -o adoptar alguna combinación entre ambas opciones. En breve, gracias al cobre los chilenos pagan menos impuestos.
Otro antecedente que se suele soslayar: los excedentes del cobre han permitido reducir el nivel de la deuda externa chilena de 18,5% del PIB, en 1990, a 2,3% del PIB, en 2011. Y si vemos el crecimiento exhibido por el país en las últimas dos décadas, la relación con el cobre es directa. Dos ejemplos. Un aumento de 10% en las exportaciones de cobre tiene, aproximadamente, un impacto positivo de 7% en el ritmo de crecimiento del PIB en el largo plazo. Es más, sin el cobre, el PIB chileno de 2010 habría sido 45% menor si hubiera mantenido la tendencia que mostró entre 1960 y 1990, cuando aún no se daba el explosivo crecimiento que ha vivido la industria.
Todo ello sin contar que la minería del cobre ha atraído la mayor parte de la inversión extranjera que ha llegado al país, que ha jugado un papel relevante para financiar los equilibrios macroeconómicos, o bien para costear las importaciones. En síntesis, el cobre ha sido el motor para que los chilenos gocemos de los niveles de bienestar que hoy tenemos.
Actualmente el rol del cobre es el más significativo que ha tenido en toda la historia. Chile está más cerca de llegar a ser un país desarrollado. Pero la expansiva experiencia cuprífera de estos últimos 20 años es irrepetible. Entonces, ¿cómo seguimos para adelante?
Se hace evidente la necesidad de preocuparse por eventuales escenarios extremos respecto al cobre. ¿Qué pasaría si el precio de la libra de cobre alcanzara a US$ 10? O por el contrario, ¿qué consecuencias habría si volviera a US$ 1 la libra? Este último escenario plantea las complejas interrogantes: ¿hay vida después del cobre?, ¿cómo sería el ajuste?
Considerando esto, vale plantearse algunas cuestiones fundamentales: ¿seguirá siendo el cobre el motor de la economía chilena?, ¿hasta cuándo va a cumplir ese rol?, ¿el salto al desarrollo depende de este mineral?, ¿cuál es el mejor destino para los enormes excedentes generados por la minería, de modo que aporten al desarrollo futuro?, ¿cómo podemos utilizar esos excedentes para evitar la llamada “trampa de los países de ingreso medio”?
El cobre siempre ha sido considerado una especie de “vaca lechera” que produce dos tipos de output: divisas y recursos fiscales. ¿Puede el cobre desempeñar un rol adicional y contribuir a “saltar” la trampa de los países de ingreso medio? En este escenario, el Programa Proveedores Clase Mundial sugiere un nuevo rol del cobre: la generación de innovación tecnológica con un mecanismo incorporado para su diseminación. Hay que recordar que la innovación tecnológica es la base para aumentar la productividad y llegar a ser un país desarrollado.
En breve, dados los complejos problemas que enfrenta actualmente la minería, la solución de estos puede constituir la base para la generación de innovación tecnológica. De esta forma, el cobre nuevamente contribuiría al impulso necesario para que Chile alcance el desarrollo.