El valor de la disensión
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Richard Branson
P: Me pregunto si puede hacer sugerencias sobre cómo hacer funcionar las sociedades de negocios cuando los socios no se ponen de acuerdo.
- Velma Ganassini
R: Velma, en los negocios, como en la vida, no vas a estar de acuerdo con todos todo el tiempo. Hacer frente a las diferencias conforme surgen, mientras se sigue abierto a los puntos de vista de los otros, es crucial para forjar relaciones de negocios duraderas.
En casi 50 años en los negocios, he aprendido que tener un debate sano sobre estrategia y dirección es vital si se desea que una empresa tenga éxito, así que siempre aliento a mis colegas a desafiarme y expresar si están en desacuerdo con alguno de los planes de nuestro grupo. El viejo adagio de que “una familia que come junta, permanece unida”, también aplica a los desacuerdos en los negocios; un equipo que se desafía entre sí tendrá éxito junto. Este podría parecer un mal consejo para los líderes que creen que los equipos de administración superior siempre deberían ser armoniosos, pero no estoy de acuerdo. Por supuesto, no puedes estar en desacuerdo permanentemente con tus colegas superiores u otros fundadores, pero el debate ocasional es bueno para todos y ayudará a dar forma al enfoque de tu equipo.
En las reuniones de la alta dirección de Virgin, no siempre estamos de acuerdo de inmediato en qué inversiones hacer o qué curso de acción tomar. Por ejemplo, en 1999 todos mis colegas superiores se oponían a que lanzáramos Virgin Blue Airlines (ahora Virgin Australia Airlines). Pero otros partidarios de la aventura y yo peleamos duro para seguir adelante, ya que sentíamos muy firmemente que la aerolínea iba a convertirse en un negocio muy valioso; y así resultó ser. (Por otra parte, yo mantuve abiertas nuestras Virgin Megastores algunos años más de lo que mis colegas querían, y ellos tuvieron razón.)
A largo plazo, el desacuerdo y el debate son saludables; es poco probable que las organizaciones dirigidas por un director ejecutivo que rige a un equipo de hombres que siempre dicen “sí” tengan éxito.
Siempre me he rodeado de colegas que piensan diferente a mí y que aportan habilidades diferentes a nuestras compañías. Como he escrito en columnas anteriores, mis primeros negocios fueron fundados con Nik Powell cuando éramos adolescentes. Nos complementábamos bien el uno al otro; Nik era muy organizado y cauteloso, mientras que yo era más de un espíritu libre. Aprendimos mucho sobre como trabajar juntos mientras establecíamos juntos la revista Student, nuestro negocio de venta de discos por correo y luego un negocio minorista; él era mi complemento perfecto, ya que yo constantemente tenía ideas de nuevas empresas. Sin embargo, la relación empezó a zozobrar cuando establecimos Virgin Records, nuestro sello discográfico, e incluimos a mi primo Simon Draper.
En ese momento, Virgin tenía tres fundadores y todos teníamos mucho trabajo que hacer, así que no teníamos razón para dudar de que nuestras asociación continuaría. Sin embargo, después de un éxito inicial con Mike Oldfield y luego los Sex Pistols, nuestro sello discográfico encontró que nuevos artistas no estaban vendiendo tan bien. La recesión de principios de los años 80 había cobrado su precio, y estábamos enfrentando la perspectiva de perder un millón de libras al año.
Virgin tenía dos opciones. La primera era reducir nuestro negocio de grabación y consolidarnos, una táctica favorecida por Nik. Él quería que invirtiéramos cualquier efectivo extra que tuviéramos en mejorar la cadena minorista. La segunda opción, que Simon favorecía, tomaba la dirección opuesta: invertir en nuevo talento y hacer crecer al sello discográfico para que saliera de sus problemas. Había detectado a The Human League y también quería firmar con Phil Collins, lo cual estaba seguro que impulsaría al listado de artistas de Virgin.
Yo estaba genuinamente confundido sobre qué ruta deberíamos tomar. Finalmente, decidí que no íbamos a poder eliminar nuestros problemas y que deberíamos buscar nuevos artistas para impulsar las ventas de discos. Esto significó que tuve que decirle a Nik que quedaba fuera, y que yo compraría sus acciones en Virgin. Pasamos mucho tiempo detallando el acuerdo, pero Nik y yo seguimos siendo buenos amigos y él continuó para dirigir la Escuela Nacional de Cinematografía y Televisión, de calidad mundial.
En los años transcurridos desde entonces, he tenido desacuerdos fundamentales con mi equipo de administración en unas cuantas ocasiones, pero cada vez hemos salido adelante, aceptado las opiniones de los otros y, con suerte, aprendido algo en el proceso.
Conforme evalúes los asuntos en los que tú y tus socios no estén de acuerdo, trata de alentar una verdadera conversación de manera que puedan llegar al meollo del problema. Evita el análisis mediante un PowerPoint, ya que esas presentaciones introducen un tono poco natural y casi robótico que no es útil cuando se está teniendo una discusión. Y recuerda que no hay una mejor manera de solucionar una diferencia de opinión que con un debate firme y en tono amistoso; ¡y quizá uno o dos tragos fuertes juntos!