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Reconocer a las familias chilenas como actor relevante dentro de la modernización tributaria

Por: Por Cristóbal Urruticoechea, diputado RN por el Distrito 21 de la Región del Biobío. | Publicado: Jueves 11 de abril de 2019 a las 04:00 hrs.
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Por Cristóbal Urruticoechea, diputado RN por el Distrito 21 de la Región del Biobío.

Tras ocho largos meses de negociación y gracias a la apertura de la Democracia Cristiana, finalmente ayer se aprobó por ocho votos a favor y cinco en contra la idea de legislar el proyecto de Modernización Tributaria en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. De esta manera, se hace justicia con una iniciativa que, sin duda, le hará bien al crecimiento económico del país, a miles de pymes, a las regiones, a los adultos mayores y a la clase media, tal como reafirmó el ministro de Hacienda, Felipe Larraín.

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Aquí se abre la oportunidad de aprobar un acuerdo amplio en beneficio de tantas familias que lo necesitan y que en esta reforma deberían ver un alivio económico más que una mayor carga impositiva. ¿Por qué? Al respecto cabe preguntarse ¿Qué tan costosa es la vida en nuestro país?

Recientemente, nos enteramos de que Chile es el cuarto país más caro de Latinoamérica, según el ranking realizado por The Economist Intelligence Unit.

Hace poco una nota de prensa hacía el ejercicio de comparar cuánto ha subido el valor de las entradas para el concierto del inglés Paul McCartney en 1993 cuando vino por primera vez y en 2019, la que fue su última presentación. Las cifras son decidoras: 5,4 veces más.

En contraste, mientras el salario en Chile se movió de $ 26.000 en 1990 a $ 276.000 en 2015 según cifras de la Biblioteca Nacional, estadísticas más actuales de la Encuesta Suplementaria de Ingresos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) daban cuenta que el 50,6% de los trabajadores de Chile ganaban $ 380.000 o menos en 2017.

Tomando estas cifras, claramente podemos deducir que gran parte de las familias chilenas deben endeudarse para cubrir sus necesidades básicas, sobre todo, si el jefe de hogar se encuentra sin trabajo o un integrante de la familia padece una enfermedad invalidante.

En varios países se reconoce el costo real de vida de los ciudadanos como contribuyentes, según sus diversas circunstancias y situaciones personales. Por ejemplo, se contemplan situaciones especiales como hacerse cargo de personas no videntes, personas desvalidas, menores de edad y cesantes, entre otros. Además, se otorgan beneficios tributarios relacionados con la educación y salud. Por ejemplo, en España se considera la familia monoparental como unidad familiar a efectos de la tributación conjunta. Funciona además el subsidio por maternidad, que es la prestación económica que recibe de la Seguridad Social el trabajador, hombre o mujer, durante el período de descanso maternal. Existen beneficios tributarios por cada hijo que se tiene, promoviendo la equidad y la justicia tributaria. Esto se suma a las políticas del gobierno destinadas a aumentar las tasas de natalidad en dicho país, donde se tiene una de las cifras más bajas del Viejo continente.

En el sistema impositivo español, el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) establece un mínimo personal y familiar que no se somete a tributación.

En Francia, en tanto, se agregan los ingresos por grupo familiar y se dividen por el número de miembros para definir la tasa que se aplicará a la base tributaria de cada individuo. Así, no solo crean incentivos para mantener familias unidas, sino también se les reconoce su rol en la política social, coincidiendo con la opinión de Juan Ignacio Eyzaguirre.

¿Por qué entonces en Chile no se incorpora y se reconoce a las familias chilenas como un actor relevante dentro de la modernización tributaria que el gobierno justamente está diseñando, y, de esa manera, poder entregarles mayores incentivos y beneficios tributarios? Ese es el propósito del proyecto de resolución presentado el año pasado al presidente Sebastián Piñera y que hoy más que nunca debe cobrar relevancia por el alcance e impacto que tendrá en el bienestar y futuro económico de tantos hogares del país.

No se puede equiparar la obligación impositiva de personas que tienen similares niveles de ingreso, pero que mantienen situaciones familiares diferentes, con más o menos hijos, con padres que cuidar, con parientes enfermos y, con gastos sociales completamente asimétricos.

Un sistema tributario justo y equitativo se preocupa por la calidad de vida de los contribuyentes y su entorno familiar, aceptando que estos tengan una situación personal distinta, con un costo diferente.

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