Permisos sectoriales, claves para la transición energética
JAVIER TAPIA Director Ejecutivo Asociación de Transmisoras Chile
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JAVIER TAPIA
Chile enfrenta un dilema urgente en materia de transmisión eléctrica: avanzar con decisión o seguir atrapados en procesos burocráticos y una maraña normativa que no se aviene con los proyectos lineales y que, por ello, termina ralentizando proyectos que son estratégicos para nuestro desarrollo y crecimiento sostenible.
Los permisos son un buen ejemplo. El pasado 16 de diciembre, en la Comisión de Economía del Senado, quedó en evidencia que la complejidad del sistema actual es alarmante. El proyecto Kimal-Lo Aguirre -la mega-línea que va desde Antofagasta a Santiago y es clave para la transición energética- enfrenta la necesidad de tramitar casi 5.000 permisos sectoriales. Una línea promedio requiere más de 300 de esos permisos, pero en muchos casos (a diferencia de otros tipos de proyectos), estos se multiplican solo por el hecho de que atraviesan un vasto territorio.
“El desafío no es solo acelerar los plazos, sino ser más eficientes, sin sacrificar los estándares socioambientales de todo proyecto de inversión”.
El número de permisos asociados a una RCA se ha triplicado en los últimos 20 años. En algunos casos, los compromisos socioambientales pueden representar hasta un 10% del valor de inversión. Todo lo anterior revela una realidad preocupante: se está perdiendo la posibilidad de incorporar a tiempo infraestructura crítica que, paradójicamente, es mandatada por el propio Estado.
La buena noticia es que el proyecto de Ley Marco de Autorizaciones Sectoriales está bien concebido y representa un avance. En su estado actual, incorpora cambios importantes, como la creación de una instancia administrativa y una plataforma que debieran permitir que el sistema opere de manera más ágil y eficiente; el fortalecimiento de la fiscalización; la regulación del silencio administrativo; el reconocimiento de herramientas regulatorias alternativas; y la posibilidad de priorizar proyectos estratégicos, entre otras.
Con todo, todavía se requiere mayor ambición. Es fundamental simplificar procesos y hacerlos coherentes entre sí, además de eliminar redundancias e incorporar incentivos que complementen las sanciones, para asegurar efectividad. Asimismo, es de esperar que los reglamentos a los que se supeditará la aplicación de la nueva Ley Marco de Autorizaciones sean dictados a la brevedad. Por cierto, es importante que también otros proyectos clave para la transición (como el que modifica la institucionalidad del SEIA o el que busca proteger el Patrimonio Cultural) tengan a las inversiones en su centro y utilicen términos y estándares similares, para evitar problemas interpretativos.
Chile está en un momento decisivo. El desafío no solo está en acelerar los plazos, sino en ser más eficientes sin sacrificar los estándares socioambientales a los que debe estar sujeto todo proyecto de inversión. Desde Transmisoras de Chile, seguiremos apoyando las iniciativas que permitan robustecer un sistema de redes eléctricas seguro, eficiente y resiliente.