Giramos entre rollos de confort y pelotas de fútbol. Que nadie se queje que grupos extremos en política vayan ganando terreno. No solo el desconcierto y decepción crecen. Crece también la indignación. Tras cada escándalo financiero hay una buena comparsa de cómplices o, algo peor, incompetentes que no supieron descubrir la burla a tiempo. Hacen más daño a la sociedad estos últimos que los primeros.
Y de estos tristes espectáculos se alimentan quienes quieren barrer con todo lo construido en materia de libertades, iniciativas personales, emprendimiento sano. No basta con defender con teorías o glorias pasadas lo que se hizo bien. La gente tiene memoria corta. Solo las buenas prácticas, la transparencia y el beneficio real a la gente, serán lo que redunde en un fortalecimiento de virtudes como la libertad y el sano emprendimiento.
Recuerdo algo que he escrito antes. La gente no es peor. Ahora se descubren las trampas por sofisticadas que sean. Y eso ya es muy bueno. Alegrémonos que los pillos no se libren de un castigo. Si no somos buenos por convicción lo terminamos siendo por temor a que nos pillen. No es la idea, pero al menos surte efecto ¡Y qué bueno que exista la justicia norteamericana! Lo del fútbol no es la primera irregularidad que se descubre gracias a su intervención. Estoy pensando seriamente en proponer que sigan indagando en otras irregularidades.
En esto de la probidad y honradez nos tenemos que poner serios. No se montan entramados facinerosos como los del fútbol de la noche a la mañana. Otro tanto con el confort. Existe una suerte de complicidad, silencios, temores, que se van enquistando en el trato y manera de entender los negocios que termina enlodando la forma de hacer negocios. El “todos lo hacen” no es norma de conducta. Y si ya hay prácticas dudosas demasiado enquistadas, pues bien, sincerarse y atreverse a denunciarlas y corregirlas.
Si bien no es siempre así, “la ocasión hace al ladrón”. La verdad, desconfíe de usted mismo siempre. Creerse superior virtuoso, en el “yo no caería nunca en eso”, es engañarse e ir buscando excusas para conductas al borde de lo lícito. Pequeñas “concesiones” en el campo moral terminan provocando un gran forado que notamos cuando ya es tarde. En cada uno conviven un ángel y un demonio. Alimente el primero y mantenga a raya al segundo. Y una forma concreta de hacerlo es dejándose chequear por otros. Si tenemos la sabia costumbre de la doble firma en cheques y documentos, ello puede hacerse extensivo a toda decisión. Una lección de humildad, realismo y sabiduría.