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Padre Hugo Tagle

¡Qué año!

Por: Padre Hugo Tagle

Publicado: Lunes 27 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.

Padre Hugo Tagle

Padre Hugo Tagle

Un año como pocos. Enero de elecciones, febrero caluroso, festival de Viña, vacaciones. Expectativas de un bicentenario prometedor. Sábado 27. 3:34 am. 2,45 min. Y todo cambió. Una tragedia tal, que incluso cambió el eje de la tierra. Imperceptible, pero lo suficiente para recordarnos para siempre esa fatídica noche. Las repercusiones no se hicieron esperar. Un Tsunami y, a los pocos días, el pillaje que nos golpeó como una segunda devastación. Pero llega marzo. Hay que ponerse de pie. Frenesí de inicio de año con campañas de reconstrucción. Frente a la desolación surgen los llamados a la esperanza. Hay que continuar y enfrenta la vida con la cabeza en alto. Lo que no mata, hace más fuertes. Sabemos de desafíos y éste lo sabremos vencer. El mundial de fútbol oxígeno el alma y resultó un buen antídoto para el desánimo. La Roja se vuelve ícono de alegría e inyección de patriotismo, optimismo y fe.



Y un nuevo golpe, ahora de Copiapó. 33 mineros enterrados. Semanas de aflicción casi eterna. Hasta su feliz desenlace. Pura garra y mucha fe. El día del Pilar, 12 de octubre, con cámaras de todo el mundo grabando esos momentos casi mágicos, salen los mineros como regalo de una ilusión cumplida; de esperanza inyectada a la vena de millones en buena parte del globo. El hombre es capaz de lo imposible.

Como nunca se aplica aquí la célebre frase de Gabriela Mistral: Chile, la voluntad de ser. La lucha de esas 33 vidas traspasó el bicentenario de emociones, de aires que hablaban de ser mejor, de tricolores que lo inundaron felizmente todo. De espíritu de superación, de fortalecer raíces, identidad y destino.

Una Virgen del Carmen, regalo papal, peregrinó por la patria recordando el cariño a la Patrona de Chile. Fue un baño de vitalidad, de renovación en la fe y nueva vida.

El accidente carretero que cobró 20 víctimas y el de la cárcel de San Miguel con varias decenas nos recordaron nuestra escondida fragilidad, advirtiéndonos que las medidas de seguridad nunca son pocas; que la modernidad es más que cifras, buena voluntad o lo que se muestra en la tele. Hay mucho por hacer, muchos aún postergados en este salto al desarrollo.

Un golpe de energía esperanzadora fue la Teletón. Simplemente gracias, don Francisco, por existir.

La muerte de Mons. Valech, un gigante -tanto por su majestuoso tamaño como por sus sólidas convicciones- nos habla de una Iglesia cercana a la gente, firme y cálida, que no transa en sus principios, servicio a los hombres y a sus derechos inalienables.

Pasó Navidad y ahora viene cambio de folio. Cada fecha, desde su perspectiva, nos abre a la esperanza. Quien no espera, desfallece; quien no alimenta anhelos, envejece. Entre los propósitos para 2011, déjele espacio a Dios. No se arrepentirá. Cultive la paz, el buen humor y la amistad. Que tenga un buen año.

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