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Padre Hugo Tagle

¿En qué cree?

Por: Padre Hugo Tagle

Publicado: Lunes 22 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.

Padre Hugo Tagle

Padre Hugo Tagle

La pregunta por la fe no resulta fácil. Nos cuestiona en lo más esencial, íntimo; traspasa sentimientos, recuerdos, emociones. Nos podrán preguntar qué nos gusta comer, por la película o deporte favorito, incluso por la persona a quien amamos. Pero la pregunta por “qué creo” termina por incomodarnos. En principio, suena bien, nos sentimos honrados cuando se nos pregunta por nuestra fe, creencias, identidad religiosa. Revela un cierto grado de intimidad. No a cualquiera le permitimos una pregunta así. Pero, al poco andar, es probable que divaguemos, saltemos a otro tema. La terminamos asociando con curiosidades infantiles, de cuentos. Pero es una pregunta grave. La más fundamental de todas. Tanto, que sólo tenemos esta vida para responderla. Y descansa en lo que pensamos de la otra.

No hay nada más humano que creer. Somos la única creatura que se trasciende a sí misma; que contempla la vida con la expectativa de “otra cosa”; que vive, pasada ya cierta edad, de cara al final del viaje, pensando en cruzar un umbral que, hasta el final, no es más que una gran incógnita. La desazón que acompaña al hombre no nos dejará nunca. “Mi alma no descansará, hasta que descanse en ti, Señor” dice san Agustín.

Benedicto XVI dio inicio el 11 de octubre al año de la fe. La razón son los 50 años de la celebración del Concilio Vaticano II, el mismo que le cambió la cara a la Iglesia. Y en buena hora. Caminaba a un anquilosamiento que sólo auguraba mayor separación del mundo y enclaustramiento en unos muros que ya resultaban estrechos. Hoy, 50 años después, la Iglesia sirve a los hombres en todos los rincones del mundo con renovados bríos.

Y el punto ahora es la fe. Quien cree, vive. Experimenta la misma fragilidad que un no creyente, pero con la certeza osada que ella regala. Será un año para preguntarse por el sentido de la vida, por la totalidad de la existencia. “En la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo” dice Benedicto XVI en la apertura de este jubileo.

Abundan los signos de una profunda sed, hambre de Dios. No se reconoce, pero se siente. Y éste sólo se satisface de cara a una perspectiva trascendente. Sólo la fe vivida permite construir un mundo mejor. Quien tiene un porqué vivir, responde al para qué vivir. La fe ayuda a abordar con sabiduría las dificultades, incluso las más pequeñas. Nos predispone mejor al trato con el otro; nos abre a la verdad de quien tenemos al lado, ayuda a limar asperezas y tensiones. Quien tiene fe, vive más intensamente, es más feliz.

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