Agradecimiento en las redes
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Me llegó una bonita historia, de esas que circulan por las redes. La comparto.
Cuenta el relato que un famoso escritor, haciendo un recuento de las experiencias vividas, escribió: “El año pasado tuve una cirugía y me quitaron la vesícula biliar. Tuve que quedarme en cama por un largo tiempo. También el año pasado cumplí 65 años, y tuve que renunciar a mi trabajo favorito. Permanecí 30 años de mi vida en la misma editorial y ahora tuve que jubilar. Casi en paralelo, sufrí el dolor por la muerte de mi padre. Y mi hijo fracasó en su examen médico porque tuvo un accidente de automóvil y estuvo hospitalizado durante varias semanas. El auto sufrió pérdida total.” Al final escribió: “Sí, ¡el año fue del terror!”
Cuando la esposa del escritor entró en la habitación, lo encontró triste y meditabundo. Le pidió el papel que había escrito y lo leyó en silencio. Salió de la pieza y volvió con otro papel. Lo colocó al lado del de su marido. Éste, curioso, lo leyó. Decía: “El año pasado finalmente me deshice de mi vesícula biliar, después de pasar años con el dolor. También cumplí 65 años con buena salud y luego de un fascinante tiempo laboral. Me retiro dando espacio a otros y para utilizar mi tiempo dedicándolo a mi familia, hacer el bien a otros, a obras de caridad, rezar y tiempo para los amigos. También, el mismo año, mi padre, a la edad de 95 años, sin depender de nadie y sin ninguna condición crítica, murió. Se podrá encontrar con sus propios padres, amigos y tantos otros que lo esperan en el Cielo. Y el mismo año, Dios bendijo a mi hijo con una nueva oportunidad de vida. Sufrió un gran accidente, pero providencialmente, se salvó. Tuvo que estar en el hospital, con un pronóstico grave, pero se recuperará.”
Y para terminar el texto, su señora escribió: “Sí, fue un año de ¡inmensa bendición de Dios!”
En ambos papeles se describían los mismos hechos. Pero la lectura de ellos fue distinta. En efecto, si reflexionamos bien sobre lo que nos sucede, terminamos agradeciendo muchas situaciones que, con mirada pesimista, veremos negativamente. Cuando uno se preocupa demasiado por lo que no tiene o porque sufre, le resta atención e importancia a lo que sí tiene y olvida todo lo que Dios te ha regalado. No es la felicidad la que nos hace agradecidos, sino el agradecimiento el que nos hace felices.
Recordemos que siempre hay algo que agradecer. Un nuevo día de vida, por de pronto. Sugiero comenzar el día dando gracias a Dios por un día más. Y al final, agradeciendo por haber podido terminarlo. En la vida, uno elige cómo escribir el guión.