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Modelo cultural en ambientes de incertidumbre

CARMEN GLORIA LARENAS Directora general Teatro Municipal de Santiago

Por: CARMEN GLORIA LARENAS | Publicado: Miércoles 3 de agosto de 2022 a las 04:00 hrs.
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CARMEN GLORIA LARENAS

El mundo cultural ha conocido diferentes modelos de financiamiento ligados a la historia y realidad de cada país. Los límites a la pertinencia del rol del Estado y de los privados en estas materias son siempre objeto de conversaciones que se adaptan al momento y a las tendencias.

En aquellos países culturalmente poderosos, que están principalmente en Europa, la inversión en esta área es significativa. En especial, Francia y Alemania, los dos con fuertes diferencias y a la vez grandes similitudes, por ejemplo, la conciencia respecto de la importancia de contar con un sector cultural fuerte para el desarrollo de sus sociedades. La historia cuenta que en plena Segunda Guerra Mundial, la música no dejó de sonar en las ciudades germanas, y más atrás aún, en el siglo XVII, Francia establecía las bases de una cultura que irradia desde entonces -y con fuerza- su imagen, y que forma parte de su política de relaciones internacionales.

“Una conclusión es clara: necesitamos la vitalidad de un sector que emplea a los jóvenes y que fomenta la creatividad, la innovación y el desarrollo sostenible”.

Estados Unidos es un caso aparte. Su origen como sociedad principalmente protestante, puritana o no, crea la necesidad de devolver generosamente a ella lo que uno ha ganado y se vuelve parte de un modo de entender la relación en una sociedad. Es por eso que la filantropía está tan arraigada.

En la tercera edición del informe “Re|pensar las políticas para la creatividad 2022”, de la Unesco, se consigna que la cultura y la creatividad constituyen el 3,1% del PIB mundial y el 6,2% del total del empleo. El valor de las exportaciones de bienes y servicios culturales se duplicó con respecto a 2005, hasta alcanzar 389.100 millones de dólares (datos 2019).

El texto también señala que es uno de los sectores económicos más nuevos y de más rápido crecimiento en el mundo, pero que hay obstáculos, tanto nuevos como persistentes, que hacen que la economía creativa sea también uno de los sectores más vulnerables y suela verse ignorado en las inversiones públicas y privadas. En pandemia, tan solo en 2020 se perdieron más de 10 millones de puestos de trabajo, lo que se suma a que la inversión pública en cultura ha disminuido en la última década y que las profesiones creativas siguen siendo, en general, inestables y poco reguladas.

En tanto, las disparidades entre los países desarrollados y los países en desarrollo son considerables. Los primeros lideran el comercio de bienes y servicios culturales, con un 95% del total de las exportaciones de servicios culturales.

El informe también señala que es necesario crear una reglamentación que proporcione cierta seguridad a los artistas, así como prestar apoyo a la transición digital garantizando la diversidad cultural, cadenas de valor equitativas y una remuneración justa de los creadores por parte de las plataformas digitales dominantes.

Cualquiera sea el modelo que un país adopte, hay una conclusión clara: necesitamos la vitalidad de un sector que emplea a los jóvenes y que fomenta la creatividad, innovación y el desarrollo sostenible. La cultura no sólo nos une como sociedad y nos proyecta internacionalmente como país, es también es un pilar que puede forjar nuestro futuro.

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