¡Cómo se atreven!
Matko Koljatic Profesor Titular Escuela de Administración PUC
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Matko Koljatic
El “¡Cómo se atreven!” de Greta Thunberg en su discurso en la Asamblea General de la ONU de 2019, probablemente pasará a la historia -como ocurrió con el “zapatazo” de Kruschev y el sahumerio de Hugo Chávez (“Aquí huele a azufre”)- por su desafiante interpelación a los líderes políticos mundiales. Sin embargo, su escatológica afirmación - “¡Estamos en los inicios de una extinción masiva!”- pareciera no tener sustento científico y ser un episodio más en la larga lista de profecías no cumplidas que anuncian el fin del mundo, que comienzan con Nostradamus y el calendario maya en los albores del segundo milenio, siguen con Malthus en el siglo XIX, y en décadas más recientes culminan con el informe de los “límites del crecimiento” del Club de Roma de 1972 (que predecía el agotamiento de los recursos naturales en el plazo de un siglo).
Es un hecho indiscutible que la temperatura atmosférica en la Tierra ha subido, aunque de manera discontinua, en el último siglo (0,85 grados centígrados entre 1880 y 2012). Al respecto, el último Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU llegó a una conclusión categórica: el cambio climático es real y las actividades humanas son sus principales causantes. Sin embargo, las proyecciones del mismo IPCC sobre calentamiento global hacia fines del siglo XXI muestran rangos de alzas que, aunque serían muy disruptivos, no conllevarían el fin de nuestra especie.
Por otra parte, los medios y las redes sociales están llenos de científicos y expertos que ponen en duda dichas proyecciones y más aún, plantean la hipótesis alternativa que el cambio climático no está siendo producido por la actividad de los seres humanos, sino que es un ciclo más de la naturaleza. Es más, dado que las proyecciones son a tan largo plazo y un pequeño error o desajuste en el corto plazo se magnifica meramente por razones estadísticas, la dispersión resultante en las posibles alzas de temperatura va desde la incomodidad hasta la catástrofe.
En todo caso, entre tanta opinión supuestamente versada, pero propicia a sesgos ideológicos y a los “fake news”, discernir lo que está ocurriendo con el “calentamiento global” se ha hecho tremendamente difícil. Pienso que hay que usar el sentido común. Por ejemplo, no se necesita mayor análisis para concluir que los incendios forestales en la Amazonia son un hecho nefasto para la humanidad, de lo cual se desprende que se deben hacer los mayores esfuerzos posibles para extinguirlos y hacer que no se repitan. La conducta del Presidente Piñera ha sido correcta en liderar un esfuerzo multinacional para lograr esos objetivos. Igualmente, los esfuerzos empresariales de empresas y otros actores económicos para reducir la huella de carbono también van en la buena dirección.
Pero la verdadera frontera esta en nosotros mismos; en último término, tanto los gobiernos como las empresas son intermediarios en este tema. Si es cierto que el calentamiento global lo estamos generando nosotros -como consumidores-, la humanidad tendrá éxito en esta batalla sólo si cambiamos nuestras pautas de conducta para reducir nuestra propia huella de carbono,