Más allá de los números
Según el Simce de 2008, el 40% de los niños de 4° básico no entendían lo que leían. Tres años después, los resultados de la prueba son sorprendentes: el 45% de los alumnos alcanzó un nivel “avanzado” en lectura.
Según el Simce de 2008, el 40% de los niños de 4° básico no entendían lo que leían. Tres años después, los resultados de la prueba son sorprendentes: el 45% de los alumnos alcanzó un nivel “avanzado” en lectura. Además, fueron los colegios municipalizados los que presentaron las mayores alzas en sus puntajes, lo que refleja que poco a poco la brecha entre la educación privada y la pública se ha ido acortando. Las cifras son alentadoras, y demuestran que el esfuerzo que se ha venido haciendo en los últimos años está dando frutos.
Pero, más allá de los números duros y los rankings, ¿qué importancia tiene realmente que un niño entienda lo que lee? ¿Qué diferencia pueden marcar estas cifras en la vida de cada uno de ellos? Es obvio que la mejora en la comprensión lectora facilita el desempeño del alumno en las demás asignaturas: el libro de historia, la guía de biología o las instrucciones de la prueba de matemáticas pasan a ser comprensibles también. Mejores resultados académicos traen mejores puntajes en la PSU y más posibilidades de acceder a la educación superior… En definitiva, la educación logra cumplir su papel como herramienta clave en la superación de la pobreza.
Sin embargo, el impacto es muchísimo más profundo. La lectura (¡comprensiva, claro!) juega también un papel fundamental en el desarrollo personal del niño. El que lee tiene acceso a una infinidad de realidades que si no es a través de un libro, jamás llegaría a conocer. A través de las páginas, se van apareciendo ante nuestros ojos personajes fascinantes, con virtudes, defectos y sentimientos propiamente humanos; descubrimos ideas y valores notables; aprendemos maneras distintas de hacer las cosas; conocemos mundos y culturas radicalmente diferentes a los nuestros. En definitiva, se nos amplían notoriamente nuestros horizontes. De ahí que este 45% sea doblemente significativo: nuestros niños no sólo están un paso más cerca de derrotar la pobreza, sino que también tienen en sus manos la habilidad para adquirir una formación y un desarrollo muchísimo más completos a través de los libros.
Aunque todavía queda mucho por hacer, ciertamente vamos por buen camino.