Rebaja en clasificación de riesgo
Manuel Bengolea Gerente general Octogone Chile
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Manuel Bengolea
La clasificación de riesgo de las agencias internacionales es una suerte de evaluación del desempeño económico de un gobierno y una calificación al ministro de Hacienda. Chile ostenta una clasificación que le granjea categoría de inversión desde 1992, y desde ese año nuestra economía ascendió ininterrumpidamente en clasificación, por lejos el mejor avance en todo Latinoamérica y casi de los mejores entre los países emergentes. En resumen, la economía chilena no sólo sobresalía por un manejo sólido entre sus pares latinos, sino que lo hacía en las ligas mayores.
Estos pergaminos los ganamos con mucho esfuerzo y sacrificio, mientras otros países desaprovecharon la bonanza en exportaciones para repartir dádivas y garantizar derechos como si tan sólo se requiriese voluntad y no fuesen las restricciones económicas quienes determinasen el cómo y el cuánto. El caso de Venezuela, el único país latino en haber alcanzado la clasificación máxima en categoría de riesgo, la perdió y se encuentra hoy al borde de la bancarrota social y económica.
Chile lamentablemente sucumbió al influjo del populismo, cuando el ministro Arenas desoyó lo que la mayoría de especialistas sugerían e implementó una reforma tributaria pletórica de voluntarismos y escasa de racionalidad económica. Se embarcó en un plan de gastos fiscales insostenibles (gratuidad universal), creyó candorosamente que el Estado era capaz de reemplazar al sector privado como motor de crecimiento, y logró desinhibir manifiestamente el impulso del consumo e inversión, indispensables para desarrollarse. Al ser juzgado por sus resultados, se transformó en el primer ministro de hacienda depuesto de sus funciones desde el regreso a la democracia.
El ministro Valdés, que posee al menos los pergaminos necesarios para ejercer la función, ha tratado de contener el apetito desatado de políticos irresponsables que sueñan con un mundo mejor pero que no saben, ya sea por ignorancia o por conveniencia, cómo lograrlo. Y a pesar de que el ministro ha logrado extender el tiempo para que los clasificadores de riesgo no rebajen la categoría de Chile (mérito también de nuestro historial de seriedad fiscal), el daño formulado al potencial de crecimiento económico, que ha redundado en un plan de recaudación que se queda corto, demasiado corto, con los planes de gastos fiscales, devendrá inexorablemente en que alcancemos otro triste y magro récord: que luego de 25 años de impecable manejo fiscal y de aumentar nuestra categoría de inversión, nos la rebajen.
Probablemente muchos de los políticos cuyo dogma es que el Estado debe y puede dispensar el bienestar, desdeñando el esfuerzo y el sacrificio como su principal palanca para ello, les parecerá demasiado “neoliberal” o irrelevante la rebaja en la categoría de inversión. Esos mismos políticos podrían explicar cómo un chileno que en 1990 tenía un ingreso per cápita a precios internacionales actuales de US$ 4.400, por debajo de; Venezuela (US$ 9.340), Argentina (US$ 6.990), Brasil (US$ 6.640), Uruguay (US$ 6.360), México (US$ 6.019), Colombia (US$ 4.869) y Ecuador (US$ 4.829), hoy los supera a todos y por montos muy significativos.