Los árboles no dejan ver el bosque
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
La meta de la carbononeutralidad para 2050 (o antes) depende de mitigar las emisiones de Gases Efecto Invernadero (“GEI”), pero también de nuestra capacidad de absorberlos, labor que de manera importante realiza nuestra masa forestal. De hecho, si uno mira los balances regionales, toda la zona sur desde Los Ríos hasta Magallanes, cuenta con un balance positivo, es decir, capturan más GEI de lo que generan, beneficiando al planeta. Eso se debe, en gran medida, a la contribución de parques nacionales, bosques nativos públicos y privados y también, por cierto, al aporte innegable de la industria forestal.
Por ello es preocupante de que esté ocurriendo un “repliegue de la industria forestal chilena, provocado por incendios, robos, usurpaciones e inseguridad”, al decir del presidente de CMPC. Preocupante, por la importancia para el empleo, la generación de actividad económica ligada a ese sector y por su contribución al balance de carbono. Si se reduce la actividad forestal, tendremos que ser más enérgicos en la mitigación de GEI, para cumplir nuestra meta.
“Es importante que se valorice el significativo aporte de la industria forestal al país, especialmente en términos económicos y ambientales”.
El “repliegue” parece ser un dato. No hay nuevas inversiones previstas en el sector para los próximos años, mientras que Corma afirma que durante la última década se han perdido 3.200 puestos de trabajo por año. Muchos de esos puestos perdidos no tienen otras opciones, más que la agricultura de subsistencia o venirse a vivir a la ciudad en condiciones de vulnerabilidad.
La actividad forestal se ha ido modernizando de la mano de los desafíos climáticos, certificando su gestión, protegiendo quebradas, creando corredores biológicos, promoviendo la restauración de bosques nativos a gran escala, con apoyo de programas como “Siembra Chile”, de Conaf. Aun así, esta industria debe dejar atrás procesos de contaminación provocados por algunas de sus plantas y que han perjudicado su reputación.
Los esfuerzos, sin embargo, han sido insuficientes. Existe, al decir de los expertos, una brecha importante entre las plantaciones de las grandes forestales, que cuentan con planes de manejo, técnicas intensivas de establecimiento, mejora de material genético, regímenes de rotación y de podas, por una parte, y por otra, muchos pequeños propietarios que carecen de planes de manejo y que aplican antiguas prácticas de “floreo” (extracción de los mejores ejemplares), produciendo una especie de selección genética negativa.
Es a este grupo de pequeños propietarios, que representa más de un tercio de la superficie plantada, al que el Estado debiera prestar apoyo: en la reforestación de zonas incendiadas, promoción de algún tipo en seguros contra incendios, mejorar capacidad de respuesta contra estos eventos, entre otras iniciativas. Lo anterior, sin dejar de lado la sustitución de fuentes energéticas para reducir el consumo de leña y respaldar a Carabineros en la aplicación de la nueva ley que pena el robo de madera, que tanto costó aprobar y, que al parecer, está dando buenos frutos.
Con todo, pareciera que lo anterior pasa por que se valorice, de forma pública, el importante aporte de la industria forestal al país, especialmente en términos económicos y ambientales.