Columnistas

Ligereza en la 
dirección

Hace pocos días me tocó asistir como espectador de primera línea a una experiencia de reacción histérica de alta dirección, bajo circunstancias de mínimo impacto...

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Hace pocos días me tocó asistir como espectador de primera línea a una experiencia de reacción histérica de alta dirección, bajo circunstancias de mínimo impacto estratégico. En efecto, durante nuestros años de trabajo en consultoría para alta dirección, hemos podido aquilatar experiencia -no sistematizable- sobre como directivos locales y algunos de clase mundial, reaccionan de modo poco ponderado, inadaptado y ansioso (o histérico), ante circunstancias irrelevantes o de mínima importancia. Por cierto, el concepto tradicional de histeria nos refiere equívocamente a afecciones de la personalidad femenina, no obstante hemos podido comprobar que su manifestación no distingue sexo.



Esto nos ha llevado a preguntarnos sobre las razones que explican la llegada y sostenimiento en las cumbres directivas y gerenciales, de personalidades de tipo histéricas, que sin duda alguna, limitan los posibilidades de desarrollo y crecimiento en multinacionales, grandes empresas y Pymes.

De los directivos de altura se espera y exige más que a los de posiciones medias, no obstante encontramos en la fauna local e internacional a personas que no sustentan o explican por sí mismas las funciones que ellas desempeñan, ya sea como gerentes generales, rectores o directores ejecutivos: poco hay en sus formas de actuar de la tradicionalmente llamada “sabiduría del general” (en muchos casos sustentan perfiles de dueños de fundo baratos).

Al respecto el Tao nos recuerda que en el camino del liderazgo el directivo que “actúa a la ligera pierde contacto con la realidad” y, por tanto, no es capaz de distinguir lo superficial de lo profundo, condenando a la organización a su mando a la mediocridad o al fracaso. En el mismo sentido, el directivo que “actúa agitadamente, pierde contacto consigo mismo” y, de tal modo, la calma, patrona y dueña de la agitación, pierde las lúcidas riendas del sentido recto de acción. Es por esto que las empresas deben cuidarse de ser dirigidas por personas intelectualmente ligeras y de acción agitada, pues la pérdida de contacto con la realidad les impide observar como destruyen valor y la falta de contacto consigo mismas les hace pensar que están en lo correcto.

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