El 7 de abril se conmemoró el Día Mundial de la Salud, fecha que nos recuerda que la salud no es un privilegio, sino un derecho, marco en el que las empresas también tienen un rol que cumplir. Hoy, cada vez más organizaciones están entendiendo que el bienestar de las personas no es un tema secundario, sino parte central de su sostenibilidad.
Antes de ser empresaria, fui enfermera. Y aunque hoy lidero compañías, nunca dejé de cuidar. Hay algo profundamente similar en estos roles: ambos exigen atención, responsabilidad, escucha activa y capacidad de actuar a tiempo. Y, sobre todo, tienen impacto directo en la vida de otros.
“¿Cómo se cuida desde una empresa? Lo primero es construir una cultura que proteja la salud mental y física. En paralelo, hay que escuchar activamente y proteger la seguridad emocional, dando espacio a la vulnerabilidad sin castigo”.
Estoy convencida de que el cuidado -entendido como una estrategia consciente- es una de las capacidades más urgentes que deben desarrollar los liderazgos del presente. No solo por ética, sino por eficiencia, cultura y propósito.
Un estudio de Laborum de 2024 arrojó que el 89% de trabajadores chilenos experimentan “síndrome de burnout”, caracterizado por altos niveles de agotamiento emocional, mientras que según el reporte Better Work 2024, elaborado por Criteria y Butterfly, reveló que el estrés laboral afecta a un 46% de las personas en el país, sobre el promedio de 38% en Latinoamérica. La OIT advierte que los entornos laborales adversos afectan la salud física y mental, además de la productividad, la toma de decisiones y la retención de talentos.
Frente a esto, muchas empresas han comenzado a ampliar sus indicadores de éxito. A los clásicos resultados financieros se suman nuevas métricas: el bienestar de los equipos, la calidad del clima organizacional, el sentido de pertenencia, el impacto más allá de las utilidades. Y es que, ¿de qué sirve crecer si dejamos atrás lo más importante: a las personas que hacen posible ese crecimiento?
Según el último informe global de Gallup, lo que más valoran los trabajadores en sus líderes son la esperanza, la confianza, la compasión y la estabilidad. Y eso no depende del país ni del rubro: son necesidades humanas que, cuando se reconocen, mejoran el bienestar personal y laboral.
Las empresas son espacios donde millones de personas construyen parte de su vida, sus vínculos y su identidad. Y por eso, también pueden ser espacios de cuidado, desarrollo y sanación, no solo hacia sus colaboradores, sino también hacia las comunidades que las rodean.
¿Cómo se cuida desde una empresa? Lo primero es construir una cultura que proteja la salud mental y física. En paralelo, hay que escuchar activamente y proteger la seguridad emocional, dando espacio a la vulnerabilidad sin castigo. También hay cuidados cuando se actúa con coherencia hacia afuera: pagando a tiempo a los proveedores, promoviendo relaciones justas, respetando el entorno y comprometiéndose con el bienestar del ecosistema local.
Porque cuidar no es solo una acción interna, es también una forma de estar en el mundo y contribuir al desarrollo de un entorno más justo, consciente y humano.
La verdadera innovación no está solo en adoptar nuevas tecnologías. También está en cómo lideramos y en cómo ponemos al ser humano -y su entorno- en el centro. Este año, el lema de la OMS fue: “Comienzos saludables generan futuros esperanzadores”. El mundo empresarial puede y debe ser parte de esos espacios, y ser una fuente de bienestar.