La política está haciendo retroceder a Estados Unidos
La economía de Estados Unidos muestra señales de vida, pero la expansión todavía es provisional. Ese es el mensaje de los indicadores
La economía de Estados Unidos muestra señales de vida, pero la expansión todavía es provisional. Ese es el mensaje de los indicadores económicos más recientes. El Congreso y la Casa Blanca no tienen ninguna intención de mejorar las perspectivas del país y podrían optar por empeorar las cosas.
Primero, la buena noticia. La tasa de desempleo de EEUU cayó a 8,9% en febrero, la más baja en casi dos años. Pero la expansión sigue en riesgo de decaer. El mercado de la vivienda, donde comenzaron los problemas, está lejos de reparado. La confianza del consumidor se ha desplomado recientemente, según Gallup. El índice de confianza económica de la encuestadora combina una medida de la confianza de los consumidores sobre las condiciones actuales con otra que examina las perspectivas. En las últimas dos semanas hubo un cambio brusco, impulsado sobre todo por el deterioro de las expectativas. Gallup dice que la caída probablemente está ligada, en parte, al aumento reciente en los precios de la gasolina y las pugnas por las finanzas públicas en Washington y en las ciudades y estados de todo el país.
Las políticas públicas van contra la recuperación de tres maneras distintas.
Primero, el gasto de estímulo iniciado en 2009 - mucho canalizado a través de los estados - se está agotando. Segundo, la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes tiene la intención de acelerar bruscamente este descenso. Lo más probable es que los demócratas satisfagan parcialmente las exigencias republicanas o verán un cierre del gobierno. Tercero, más allá del corto plazo, la política fiscal a nivel estatal y federal es una caja negra. Nadie sabe qué esperar en impuestos o gasto. ¿Cuánto subirán los impuestos? ¿Se pagarán las pensiones a los trabajadores del sector público? ¿Qué será de la Seguridad Social? Nadie lo sabe.
Estos factores interactúan en formas que a veces son evidentes, a veces no tanto. Claramente, la reducción de los desembolsos federales por estímulo es la razón por la que muchos estados están obligados a reducir sus gastos tan profundamente - de ahí la batalla con los sindicatos del sector público.
En 1970, casi 80% de los hombres en edad de trabajar sólo con licencia de educación media tenía trabajo, hoy, menos del 60% lo tiene. Muchos de quienes no tienen un empleo de jornada completa ni siquiera están buscando.
¿Cómo se sostienen estos refugiados del mercado de trabajo? Una respuesta es la jubilación anticipada. La proporción de estadounidenses que recurre a la Seguridad Social a la edad más temprana permitida está creciendo, a pesar de que esto reduce sus beneficios. El número que se jubila antes que eso y pide beneficios por discapacidad también ha crecido.
En la industria de la planificación financiera dicen que la incertidumbre sobre la Seguridad Social es un factor que ha persuadido a algunos a dejar de buscar trabajo y jubilar. Obtener los beneficios que se pueda mientras el sistema existe, parece ser la consigna. El resultado: una pérdida permanente de mano de obra, una contracción de la base tributaria que agrava aún más el panorama fiscal y un endurecimiento al estilo europeo de las arterias económicas.
Por estas vías, bajo la superficie de una recuperación vacilante, la economía de EEUU está sufriendo un daño de largo plazo. Washington debe mantener el apoyo fiscal a los estados (con condiciones), ampliando su intervención en los mercados laborales y aumentando sus esfuerzos hasta ahora tímidos para estabilizar el mercado de la vivienda. Este compromiso fiscal de corto plazo debe ir atado a la reforma de largo plazo de los beneficios sociales, no sólo por el bien de la balanza fiscal, sino para disipar la incertidumbre. También se necesita una reforma tributaria integral, por las mismas razones.
Por ahora, el Congreso y la Casa Blanca no discuten nada de esto. Los republicanos de la Cámara están obsesionados con recortes inmediatos en el gasto, y siguen amenazando con el cierre del gobierno a menos que se salgan con la suya. El presidente Barack Obama mira desde el costado, mientras los demócratas en el Senado buscan un compromiso de corto plazo.
Mientras las empresas y trabajadores del país lidian con problemas económicos profundos y urgentes, sus dirigentes protagonizan una opera bufa de evitar el cierre - una crisis de su propia invención, un producto de sus maquinaciones patológicas. Si EEUU sale de esta prueba sin daño permanente, no será gracias a sus políticos.