La codicia y el caso del banco Barclays
Si nos remitimos al significado que entrega la Real Academia Española...
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Si nos remitimos al significado que entrega la Real Academia Española, el término “codicia” viene de la raíz latina cupiditia, es decir, el afán excesivo de riquezas.
Quiero referirme a este término para comentar la escandalosa situación ocurrida en Gran Bretaña en relación a la manipulación de parte de ejecutivos del Banco Barclays de la tasa del mercado interbancario de Londres, más conocida como líbor.
Los efectos son de una magnitud global, ya que Barclays es el tercer grupo bancario del mundo por el monto de activos gestionados, uno de los más antiguos del mundo y con un alto nivel de confianza. Su accionar era tan severo que, por principio y valores organizacionales, no habían realizado préstamos en el pasado para financiar guerras ni compra de armamento.
La situación es de tal impacto, que analistas ya pronostican efectos en el empleo, créditos hipotecarios e innumerables instrumentos financiero, puesto que se rigen por la líbor. Sólo para dimensionar, los montos aproximados son del orden de US$ 800 billones a nivel global.
Incluso, The Economist se refirió a este caso diciendo: “Este pedazo del escándalo parece poco un juego de pillos y más un cartel”, lo que hace referencia a asociación ilícita o colusión. ¿Les resulta conocido?
Las soluciones analizadas son penas de cárcel; mayores regulaciones a nivel nacional e internacional; nuevas formas de fijación de los líbors; el inicio de procesos judiciales civiles para compensaciones (el banco fue multado por esta acción en US$ 463 millones); y que la tasa sea fijada por el ente regulador y no por una asociación de comercio, entre otras muchas soluciones técnicas.
Sin embargo, pocos apuntan al centro del problema. No meditamos que todas estas organizaciones empresariales, son un hecho social, un invento del hombre, por tanto el centro del problema son las personas que dirigen estas organizaciones con sus creencias, valores y principios. Hemos dejado que bajo el objetivo de la rentabilidad prime ya no sólo se busquen beneficios normales de una industria, sino excesivos resultados económicos. No reparamos en que se esconde la codicia.
Entonces, ¿quién tiene el poder? Nosotros, los ciudadanos, al ser parte del ejercicio activo del control social, castigando a estas organizaciones con algo tan simple como no preferirlos a la hora de la compra de servicios financieros o de otro tipo.