Nuevo ministerio y la innovación
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José Miguel Benavente
Finalmente, ha sido anunciada la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología para Chile. En esta tribuna se ha discutido en detalle todos los beneficios como también problemas que tiene crear una institución que solo considere las actividades que se desprenden de su nombre. Al parecer se ha dejado fuera todos los temas de educación superior como también lo que hoy se denomina nueva política industrial. Pero quizá el área más compleja tiene que ver con la innovación.
Es probable que uno de los aspectos que será fuente de conflictos tiene que ver con el límite de las competencias que tendrá este nuevo ministerio y aquellos que hoy apoyan la innovación como los ministerios de Economía, Educación, Agricultura, y principalmente, la Corfo.
Una forma que ayude a delimitar ámbitos institucionales tiene que ver con lo que es la innovación. Para que un producto, proceso u otras actividades basadas en nuevo conocimiento sea considerado una innovación tienen que resolverse al menos dos problemas bien definidos. La propuesta innovadora debe ser técnicamente factible como también deseable. Si solo cumple la primera pero no la segunda condición entonces se trata de una invención. Cabe señalar que más del 90% de la invenciones que son patentadas, no generan ganancias económicas o royalties por lo que aparentemente no son deseadas a pesar de cumplir con las condiciones de ser nuevas y técnicamente viables. El que sea deseable no necesariamente tiene que ver con que privadamente alguien esté dispuesto a pagar por la propuesta innovadora, puede también incorporar soluciones que la sociedad desea que existan pero nadie pague todo el costo de su provisión (bienes públicos o bienes meritorios).
Es por ello que puede ser menester de este nuevo ministerio, más allá de las obvias como las ciencias, las humanidades, la tecnología y formación de capital humano avanzado, financiar actividades que estén orientadas a buscar la viabilidad técnica de nuevas ideas, conceptos o soluciones. Y dejar en otro ámbito el apoyo a la búsqueda de la aceptación de las nuevas soluciones técnicamente viables cuando se justifique.
De ser así, los subsidios a las empresas en sus actividades de I+D (crédito tributario entre ellas), el apoyo a los institutos tecnológicos públicos, los centros de excelencia internacionales y otros programas futuros que busquen determinar la viabilidad técnica de nuevas soluciones podrían formar parte del quehacer de este nuevo ministerio. Resulta evidente que estas actividades aspiran a entregar soluciones útiles para empresas, personas, sectores productivos o la sociedad en su conjunto. Ello puede ayudar también a estrechar el vínculo, que en Chile es muy débil, entre las instituciones de investigación y el mundo productivo.
Independiente de lo anterior, si la creación de este nuevo ministerio no viene acompañado de incrementos en los recursos financieros que lo sustenten ni logre apalancar recursos del mundo privado, será difícil salir de la ignorancia que algunos han sugerido.