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Columnistas

In gold we trust

Finalmente la situación financiera que uno vive tiene mucho de subjetividad y perspectivas. Para el ciudadano común...

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 1 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.

Finalmente la situación financiera que uno vive tiene mucho de subjetividad y perspectivas. Para el ciudadano común y corriente, los buenos o malos tiempos, pasan por pequeños cambios en la calidad de vida: meses más holgados, un viaje, renovar artefactos de la casa o en el mejor de los casos, el auto.



Pero para los que están ahí donde se toman las grandes decisiones, donde los mercados dan el punto de lo que va a ocurrir en el mundo en materia económica, saben que algo no anda bien en el mundo y que la turbulencia se siente tarde o temprano, tocando nuestros bolsillos en forma directa o indirecta.

Es mejor ocuparse que preocuparse, pero con la reciente crisis de 2008, de la cual apenas salimos hace poco, los ánimos no están para bancarse una nueva recesión. Comencemos a preocuparnos, para recibir el golpe más preparados y no pasar a engrosar la lista de países que hoy están en una profunda crisis, como España o Grecia.

Hasta ahora los analistas no han sido de una mirada al asumir si la crisis va a afectarnos o no. Si Latinoamérica está lo suficientemente de pie para zafar de este nuevo embate en las bolsas. Lo cierto es que hay países que sí evidencian una herida después de la última crisis. Un ejemplo es México, donde la pobreza aumentó al 46.2%, entre 2008 y 2010. En esa nación hay 52 millones de pobres.

Algunos más precavidos han visto en el oro una alternativa segura para cuidar sus ingresos. Es así como en varios países, y desde ya hace algunos años, han aparecido negocios de compra de oro, se han popularizado las “Gold Party” (fenómeno en Estados Unidos), donde dueñas de casa invitan a sus amigas a que les vendan esas joyas que guardan en un cajón, entre otras opciones tan extravagantes como la compra de dientes de oro.

Parece casi de otro siglo, pero está ocurriendo aquí y ahora. Es cosa de darse una vuelta por el centro para ver como los locales abundan en las galerías. Paralelo a esta fiebre de compra y venta de oro al estilo del viejo oeste americano, los precios del metal rompen un máximo histórico nominal. Al comenzar agosto, el valor de la onza rondaba los 
US$ 1.650 y terminó el mes en US$ 1.826.

¿Dónde va a parar todo ese oro? Los más suspicaces apuntan a inversionistas que están haciendo sus resguardos a la vieja usanza. Lo demás son sólo especulaciones, las mismas que nos tienen en uno de los peores meses desde nuestra última gran crisis. ¡Que el oro nos salve de ésta!

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