Otra víctima de los delincuentes de La Polar
No soy amigo del ex gerente general de La Polar, Nicolás Ramírez, ni tampoco conozco a ninguno de sus amigos...
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Francisco Armanet
No soy amigo del ex gerente general de La Polar, Nicolás Ramírez, ni tampoco conozco a ninguno de sus amigos. He estado con él en sólo tres oportunidades. Le conocí hace doce años cuando éste se desempeñaba como gerente de la cadena Lápiz López y yo estaba buscando un gerente general para la cadena norteamericana Staples que pensaba instalarse en Chile.
En las conversaciones que sostuve con él, me causó la mejor impresión personal y profesional, razón por la cual, después de desatarse el escándalo, no me llamó la atención el hecho que Ramírez hubiese renunciado a su cargo seis meses antes. El ejecutivo habría abandonado la empresa por razones de salud. ¿Por qué razón, un ingeniero talentoso, con éxito profesional de más de 15 años, se enferma a menos de un año de haber asumido? En mi opinión, Ramírez comenzó a darse cuenta de la máquina que había montado la tropa de delincuentes y comenzó a experimentar un fuerte trastorno emocional que lo llevó a enfermarse. El delito que pudo haber cometido el ex gerente general de La Polar fue el de haber suscrito las Fecu estando en conocimiento de que la información contenida en ellas era falsa. Pero si el ex ejecutivo de La Polar tenía conocimiento de que la información era falsa y éste decide irse de la empresa ¿por qué abandona la firma después de cometer el delito de entregar al mercado información falsa? Tal como se deduce de sus declaraciones al fiscal, Ramírez percibía cosas extrañas, pero no disponía de información certera. Por otra parte, para cometer este ilícito, se requiere que Ramírez haya tenido conocimiento de que la información era falsa y que éste la haya puesto a disposición del mercado de manera maliciosa. ¿Qué ganaba Ramírez con entregar información falsa si éste había vendido sus acciones al mes después de asumir el cargo de gerente general?
Llama también la atención que Alcalde haya escogido a Ramírez como su sucesor, considerando su inexperiencia e ignorancia en el negocio de la tarjeta de crédito, área de la empresa que requería más foco de atención.
De los antecedentes expuestos por el mismo fiscal, fue Ramírez el que formó un comité de cobranza, a los pocos meses después de haber asumido la gerencia general. Y fue una aguda política de cobranza la que generó la indignación colectiva de los clientes en el Sernac y posteriormente desató el escándalo.
Por otro lado, resulta particularmente curioso que a pocos días de la renuncia de Ramírez, Alcalde haya disuelto la sociedad conyugal que éste mantenía con su señora.
En opinión del suscrito, Ramírez fue utilizado por los delincuentes. La defraudación de La Polar ascendió a más de US$ 1.000 millones y los costos principales de los delitos se circunscriben a eso: dinero. Pero lo que pretende hacer Alcalde con Ramírez (al responsabilizarlo de los ilícitos), constituye otro delito muchísimo más grave que la defraudación económica misma; intentar arruinar personal y profesionalmente a un ser humano inocente, con el propósito de exculparse él, constituye un crimen vergonzoso del que deberá dar cuenta no sólo en el juicio ordinario, sino que también, en el que tendrá lugar el día del juicio final.