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Columnistas

Financiamiento de la educación: ¿y cuál es el aporte de las empresas?

En materia de financiamiento de la educación superior, Chile muestra indicadores sorprendentes en términos comparativos: aranceles elevados, bajo financiamiento estatal...

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 29 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.

En materia de financiamiento de la educación superior, Chile muestra indicadores sorprendentes en términos comparativos: aranceles elevados, bajo financiamiento estatal (0,3% del PIB, que se compara con el 1,5% de los países de la OCDE) y muy fuerte participación de las familias de los estudiantes. Si consideramos la desigual distribución del ingreso, que significa que la mayoría de las familias vive con un salario incompatible con pagar $3 millones anuales en aranceles, es evidente que la rápida expansión de la matrícula universitaria de los últimos 20 años ha sido posible por el esfuerzo titánico de muchos padres que han postergado otras necesidades familiares o se han endeudado más allá de lo razonable. En otros casos, el endeudamiento es de los propios estudiantes. Cuando esto se da en universidades de baja calidad y con una inserción laboral insatisfactoria de sus egresados, se configura un verdadero fraude.

¿Cuál debe ser el rol del sector privado empresarial en materia de financiamiento? Es cierto que algunos inversionistas han arriesgado capital en universidades y eso ha facilitado la expansión del sistema. Pero se trata de una inversión que busca retorno de corto plazo y, por lo tanto, lo que se expande con mayor fuerza es el pregrado y aquellos postgrados destinados a una pequeña élite de profesionales capaces de autofinanciarse o de recibir apoyo de sus empresas.

Por esta razón, no es extraño que nuestro mayor déficit esté en el financiamiento de la investigación y en ampliar el acceso de los segmentos de menores recursos a los niveles de pre y postgrado. Eso no es negocio, salvo que lo financie el Estado.

En países desarrollados el rol de las empresas es decisivo para ambos ámbitos. En materia de I+D, los esfuerzos del Estado son complementados o muchas veces superados por los aportes de empresas que buscan alcanzar un liderazgo de mercado gracias a su capacidad de innovación y de desarrollo. En la mayor parte de los casos, el mecanismo es una asociación entre empresa y universidad, con objetivos y roles definidos. Incluso, en determinados proyectos, es difícil identificar el ámbito de acción de cada cual, pues los equipos de trabajo son mixtos y parte del proceso se desarrolla en la empresa.

La experiencia internacional es profusa en ejemplos en los que las empresas se comprometen en proyectos de impacto social, en una perspectiva de “valor compartido”, es decir, realizan aportes en dinero para beneficiar a un segmento de personas, pero con eso logran valorizar su propio patrimonio. Esta es una modalidad particularmente propicia para que las acciones de Responsabilidad Social Empresarial se enfoquen a ampliar el acceso a la educación superior de jóvenes de menores recursos y menor patrimonio cultural, sobre la base de asociaciones con universidades de carácter inclusivo.

Para esto se necesitan empresarios capaces de desarrollar visiones de sustentabilidad de largo plazo, y con un genuino compromiso con los desafíos de desarrollo para el país.

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