China: ¿la “economía verde” se abre paso?

Fernando Reyes Matta

Fernando Reyes

La economía “verde” está siendo impulsada en China con una energía de la cual tal vez no hemos tomado conciencia. Porque está entre los países con más alta contaminación del planeta, las soluciones tecnológicas se están buscando con ansiedad, las ideas de la relación amistosa con el medio ambiente y el resguardo de la naturaleza se están promoviendo en todo el sistema escolar y una nueva mentalidad política se ha instalado en el tema.

Escribo esta columna desde China, tras cumplir con un programa de visita para “futuros líderes”, que ha tenido como eje central conocer los polos de desarrollo emergentes y las proyecciones de cambio asumidas por China en su crecimiento económico. Hace cuatro años el presidente Hu Jintao dijo en el Congreso del Partido Comunista de la República Popular China que el desarrollo no sólo debía ser rápido sino también “sano”. Una palabra solamente, pero que trajo consecuencias estratégicas mayores. Hoy comienzan a manifestarse por diversos lados.

Al visitar la isla de Chongming, en la desembocadura del rio Yantzé, a pocos kilómetros de Shanghai, uno descubre de qué estamos hablando. Es la más grande isla aluvial del mundo, con 80 kilómetros de largo. A ella se llega tras cruzar un puente y un túnel que en total suman 30 kilómetros (también la infraestructura mayor de este tipo en el planeta), el cual permite arribar en una hora allí donde hasta el año pasado sólo a veces se llegaba por ferry. En esa zona se ha puesto en marcha un programa que, junto con respetar humedales y refugios de aves, se propone rescatar la genética de árboles milenarios locales para multiplicarlos sobre su geografía, procesar toda la basura convirtiéndola en energía con técnicas avanzadas, reciclar  el agua y dar a las 50 mil nuevas viviendas en construcción un alto uso de energía solar y de fuentes alternativas.

A la vez, en la expo Eco-Energía se ofrecieron conferencias y programas de estimulo a los escolares. Las presentaciones audiovisuales comienzan en las raíces del pensamiento chino: frases de Confucio y Lao Tzé recuerdan que el goce y resguardo de la naturaleza estuvo en la conciencia china por miles de años. Se trata de volver a ellas, junto con impulsar un desarrollo económico acelerado. En el norte, próxima a Beijing, la ciudad de Tianjin se declara “ciudad ecológica” dispuesta aplicar para sus 13 millones de habitantes todas las soluciones que dentro y fuera de China la permitan lograr ese propósitos.

En Dalian, durante el “Davos de Verano” del World Economy Forum, el jueves 15, el primer ministro Wen Jiabao remarcó que si la economía china está llamada a ser un motor en el crecimiento mundial, éste debe ser “limpio, verde y autosostenible”. 

Sin embargo, todo esto ocurre mientras la realidad demuestra como “la cuestión del medio ambiente” se ha convertido en un tema por el cual los chinos, especialmente los jóvenes, están dispuestos a jugarse a fondo. El lunes 19 fue cerrada una fábrica de paneles solares tras las protestas de cientos de manifestantes que denunciaron la contaminación provocada por ella. Como lo señaló la edición en inglés del diario local Global Times, la medida se tomó en la ciudad de Haining (provincia de Zhejiang) tras las duras manifestaciones de los habitantes locales que exigían explicaciones sobre la muerte de peces en un río cercano y posibles casos de cáncer ligados a la contaminación industrial.

China es, desde 2010, el país con la mayor capacidad de energía eólica en el mundo, superando a Estados Unidos. Lo mismo ocurre con los paneles solares y quiere ser el principal productor de vehículos eléctricos, ligando velocidad con fuentes de energías alternativas económicas y rápidas. Pero, a la vez, sabe que la gran “revolución verde” comienza en la actitud de su gente. Y, sobretodo, en un profundo cambio de mentalidad en su sector industrial. Todo indica que, para ello, han comenzado a trabajar con una estrategia política mayor.