La hora decisiva
FERNANDO BARROS TOCORNAl Abogado, Consejero de SOFOFA
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Fernando Barros
Existe consenso de que la próxima elección presidencial representa uno de los momentos mas relevantes del proceso de reconstrucción de nuestra convivencia democrática tras la crisis de 1973.
Ahora la ciudadanía deberá no solo elegir al próximo Presidente de la República, sino que estará definiendo el verdadero rol que corresponde a la Convención Constitucional, en cuanto a si puede continuar con el enfoque totalitario y refundacional que se ha autoasignado o si, por el contrario, el encargo que le hizo el pueblo de Chile fue que acuerde, por una amplia mayoría de 2/3 de sus integrantes, el texto de una nueva Constitución Política para proponerla al mismo pueblo para que la adopte como su nueva Carta Fundamental.
En la reciente elección parlamentaria la ciudadanía envió un claro mensaje por una convivencia pacífica y constructiva al elegir un Senado equilibrado, lo que aleja la posibilidad de que la CC obtenga la aprobación del Congreso para sus desvíos del mandato constitucional, como los plebiscitos dirimentes y otros. De igual forma, las preferencias electorales dejaron ver que los chilenos decidieron, después de superada la embriaguez octubrista de muchos y recuperada la responsabilidad cívica, el asumir que, con saqueos, destrucción de la propiedad y agresión a las fuerzas de orden, sólo se empobrecería a los más desfavorecidos.
Es claro que se optó por desautorizar el extremismo de muchos convencionales en orden a destruir la identidad nacional discriminando entre chilenos en función de su origen o de su pensamiento político, religioso o valórico, y anteponer el Estado y el poder de la burocracia por sobre la persona y sus libertades de pensamiento, expresión y emprendimiento.
Las pulsiones refundacionales quedaron en compás de espera, ya que los candidatos, claramente, tienen visiones distintas del trabajo encomendado a la CC. Así, José Antonio Kast ha manifestado su claro compromiso con el espíritu y letra del acuerdo político y reforma constitucional que constituyen el marco de acción de la CC y su adhesión a los principios de una sociedad libre y democrática que permita el desarrollo de nuestra patria y sus habitantes.
Por su parte, Gabriel Boric representa la visión de los convencionales de posiciones más extremas, y la mayoría del entorno político que representa y secunda -y que gobernaría con él-, tiene una visión de la democracia y la libertad muy distante de la que compartimos la mayoría de los chilenos ya que, a diferencia del PC y los seguidores del candidato del partido comunista e izquierda marxista chilena, Cuba y Corea del Norte son dictaduras y no gobiernos del pueblo.
Esa visión ideológica extrema hace posible el que en Chile no se respete la alternancia en el poder en el futuro, como ocurre en Nicaragua y Venezuela.
En esta elección está en riesgo la pérdida de un contrapeso a los excesos de la CC con la victoria de Boric, y también un programa de gobierno que contempla el sometimiento de las personas al Estado y una verdadera persecución de la actividad empresarial con impuestos, aportes, contribuciones, gravámenes al ahorro, etc., en términos tales que, ciertamente, significarán la pérdida de miles de puestos de trabajo y la asfixia de la iniciativa privada, de cuyas éxito se supone se obtendrían los impuestos para financiar una infinidad de incumplibles promesas electorales.
Lo que está en juego obliga a ser responsables, no pensar en la conveniencia electoral y desechar las opciones odiosas y extremas que llevarán a Chile al despeñadero.