Quince días. Ése es el plazo que le queda a las grandes empresas, que facturan sobre 100.000 UF (unos $ 2.340 millones) para usar solamente la factura electrónica. ACTI trabajó con ahínco en todo el proceso pre legislativo, en el Parlamento y luego con el SII para su puesta en marcha, el que debe concluir el 1 de febrero de 2017, cuando todos los prestadores de bienes y servicios deban utilizarla. Un tema en el cual participó la Asociación de Empresas de Tecnologías, a través de su grupo de trabajo Factura Electrónica, el cual se preocupó de las mejoras en los procesos de masificación y certificación de la misma.
Son alrededor de 7.500 contribuyentes los que se encuentran en esa clasificación, de los cuales cerca de dos tercios ya utilizan el instrumento. Ahora se suman empresas de menor facturación haciendo que a la fecha más de 11 mil empresas la estén utilizando. Sin embargo, hay otras cuatro mil que se niegan a enrolarse en este proceso, tomando en cuenta para esta decisión el costo de la implementación del sistema, sin considerar las múltiples ventajas que implica contar con factura electrónica.
Entre las ventajas operativas que impactan positivamente la productividad, hay que destacar que es una tecnología que implica inmediatamente una disminución de los recursos financieros y humanos necesarios para la administración, emisión y recepción de los documentos asociados con la facturación. Junto a ello, al no ser necesario contar con los ejemplares físicos de las facturas, las empresas ahorran en tiempo y dinero.
La digitalización de la factura permite, por ejemplo, el manejo masivo de tipos de factura o la automatización de los flujos de éstas. Con esta mejora en el control sobre los documentos, se facilita además el mecanismo de cesión, lo que a su vez permite a las empresas acceder a financiamiento a mejor costo por la disminución de los riesgos. También resulta relevante el tiempo que se gana al diferirse desde el día 12 al 22 de cada mes el pago del impuesto si la operación se hace por internet. Ello permitirá a las empresas tener más flexibilidad en el control de sus flujos de pago.
Otro elemento que convierten a este instrumento en un agilizador de procesos es que las empresas que mueven volúmenes importantes de emisión o recepción de documentos tendrán un menor costo por almacenamiento (externo o interno) y también menores costos por riesgos de extravíos o pérdidas de documentos que, como sabemos, causan eventuales infracciones tributarias. Y, finalmente, en un mundo que vive preocupado por las externalidades negativas que también trae el desarrollo, la Factura Electrónica tiene un impacto en el medio ambiente al evitar el uso de papel, protegiendo con ello a los bosques, y a los recursos hídricos.
En resumen, es pura ganancia.