El riesgo de la polarización del padrón electoral
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Ernesto Silva
Han transcurrido casi dos semanas desde la elección municipal y el mayor foco de atención ha estado en la abstención. Sin duda el análisis de la abstención es muy importante y necesitamos aún más tiempo e información para entenderlo, pero no es el único que vale la pena hacer.
De hecho, tanto o más interesante que analizar a quienes no fueron a votar, es estudiar quiénes sí fueron a votar y quiénes pueden ser a futuro los votantes del nuevo padrón.
Una hipótesis que se ha esbozado en los últimos días consiste en afirmar que con el voto voluntario los votantes son aquellos verdaderamente “apasionados” con la elección, ya sea para promover o para derrotar a algún candidato. Se configuraría una tendencia a que los votantes sean personas más polarizadas, más politizadas y por lo tanto más radicales y extremos en sus visiones.
Gran parte del éxito de Chile en las últimas décadas ha estado en la estabilidad de sus instituciones y en la construcción de decisiones moderadas. Eso se ha dado, entre otras razones, porque en las votaciones han participado personas de posiciones moderadas, tal vez no tan apasionadas con ciertas posiciones de los candidatos, pero que en su conjunto han generado una estabilidad y equilibrio en las posiciones y en las votaciones.
No parece razonable pretender extraer conclusiones de un sistema como el voto voluntario a partir de una sola elección, y especialmente una elección de gobiernos locales, pero sí es útil tratar de avanzar en el análisis de posibles escenarios. Desde ese punto de vista, sería un error modificar la voluntariedad del voto, pero sería más grave aún no empezar a proyectar qué comportamientos pueden darse hacia el futuro.
Como reacción ante la alta abstención en la elección del 28 de octubre, y ante el hecho que existirán primarias presidenciales, los partidos políticos han comenzado el estudio de cómo movilizar más personas para lograr que aumente la participación y por ende la votación. Eso es una excelente noticia, porque implica que los partidos políticos asumen el desafío de refrescar no sólo sus ideas y liderazgos, sino también las formas de hacer campaña. Esto conlleva la definición de nuevas plataformas políticas, cuya formulación se está recién iniciando y del cual las primarias presidenciales serán -a mi juicio- el primer laboratorio.
En este experimento político y en esta etapa de instalación del nuevo sistema de voto, es necesario tener mucho cuidado en la forma en que los líderes políticos construyen sus plataformas. Chile se ha beneficiado de tener votantes diversos, tanto moderados en sus preferencias como aquellos polarizados. Por ello, parte central del desafío de la instalación exitosa del sistema de voto voluntario e inscripción automática consiste en lograr que el nuevo padrón de votantes incorpore a muchas personas de posiciones diversas, aunque su intensidad de preferencia por los temas no sea tan alta.
No sería deseable para el país que el sistema de voto voluntario terminara consagrando un sistema donde los votantes son prioritariamente los más polarizados y politizados de la sociedad, porque ello conspira contra la estabilidad de nuestras instituciones, contra la capacidad de construir acuerdos amplios, y no constituye un buen reflejo de lo que es la sociedad chilena.