La reciente elección del brasileño Roberto Azevedo como director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), viene a confirmar el rol que las naciones denominadas BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están jugando en el escenario político internacional. Representa también una oportunidad de revitalizar el pilar de negociación de este organismo, que en los últimos años, se ha visto en crisis por la falta de consenso en torno a las negociaciones de la Ronda de Doha.
Asimismo, que un latinoamericano asuma este cargo no puede ser entendido como un hecho casual, pues América Latina es una región influyente, un activo actor de las negociaciones y del comercio mundial, tal como expresó Azevedo cuando asumió su nuevo cargo.
En este escenario, las expectativas que hay en torno al rol de la OMC y de su nuevo director general son altas. Hoy más que nunca se requiere de una persona capaz de construir puentes de negociación y entendimiento entre los 159 países que componen la organización.
A corto plazo, el principal desafío es lograr el consenso político necesario para sacar adelante un paquete limitado de medidas, que se deberían aprobar en la reunión ministerial de diciembre en Bali.
Este paquete está enfocado en tres puntos: facilitación del comercio, se pretende mejorar una serie de reglas para hacer más fluido el proceso de importar y exportar; en Agricultura, se busca acordar disciplinas para manejar de manera transparente y no discriminatoria las cuotas para el ingreso de productos agrícolas y, por último, se quiere entregar propuestas concretas que beneficien a los países en desarrollo, particularmente a los más pobres de la tierra (viven con cerca de $ 500 por día). De lograrse acuerdo en estas materias se demostrará al mundo que en la OMC hay voluntad de avanzar en seguir fortaleciendo las disciplinas comerciales, lo cual sería un gran paso para trabajar en los desafíos de más largo plazo.
Dentro de estos últimos, los desafíos son principalmente dos. El primero y muy importante, reactivar la Ronda de Doha, más allá de lo que se pueda acordar en Bali. Tarea que se ve complicada, considerando el nuevo escenario político internacional. En segundo lugar, se debe trabajar en actualizar normativas en las cuales la OMC no está siendo un actor relevante, como son las normas para potenciar la competencia, reglas para proteger las inversiones, climático y comercio, estándares privados, tema de seguridad alimentaria, value change, entre otros, que son temas que sí se están discutiendo en otros foros y en los que la OMC se encuentra atrasada en términos de normativas y recomendaciones.
A pesar de estos desafíos, la Organización Mundial de Comercio es una entidad que cuenta con normas claras y vigentes en materia de comercio internacional, con una estructura organizacional y un sistema de controversias que es como la corte suprema internacional en materia de comercio, con capacidad de obligar a cumplir sus decisiones. Esto debe ser resguardado y fortalecido.