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El culto internacional a Vladimir Putin

GIDEON RACHMAN Copyright The Financial Times Limited 2022

Por: GIDEON RACHMAN | Publicado: Jueves 3 de febrero de 2022 a las 04:00 hrs.
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GIDEON RACHMAN

Quizás el mundo occidental está dividido sobre cómo tratar a Vladimir Putin. Pero seguramente todos podemos estar de acuerdo en una cosa: el presidente de Rusia es el malo de esta película.

En realidad, no. Uno de los rasgos más reveladores y deprimentes de la política internacional es la existencia de un culto a Putin. Hay un grupo importante de líderes mundiales y figuras políticas predominantes que admiran mucho a Putin. Su club de seguidores es global, abarcando desde Asia y Medio Oriente hasta las Américas y Europa.

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Cuando Putin surgió como líder de Rusia entre 1999 y 2000, parecía una anomalía: un líder autocrático y nacionalista en una era de globalistas tecnócratas. Angela Merkel, excanciller alemana, sugirió en una ocasión que Putin estaba aplicando las técnicas del siglo XIX en una época diferente.

Pero, dado que los valores democráticos están en tela de juicio en todo el mundo, Putin parece cada vez más un hombre que previó el futuro de la política mundial y no una reliquia del pasado. El líder ruso ha surgido a seguidores y emuladores que admiran su crueldad, su disposición a utilizar la violencia, su rebeldía machista ante lo “políticamente correcto” y su estilo autocrático de liderazgo.

Un gran peligro de la actual crisis de Ucrania es que si Putin sale victorioso, su estilo de liderazgo ganará aún más prestigio e imitadores en todo el mundo. Las apropiaciones de tierras, las amenazas militares, las mentiras y los asesinatos parecerán las técnicas de un ganador.

Putin ya ha servido de modelo para una nueva generación de líderes autocráticos y populistas, incluso en Europa y EEUU. Donald Trump tuvo que mostrarse un poco reservado sobre su admiración por Putin. Pero algunos de los ayudantes cercanos del expresidente estadounidense fueron más abiertos.

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría y autodenominado campeón de la “democracia antiliberal” en la Unión Europea (UE), había alegado que la UE debe reconocer que “Putin ha vuelto a hacer grande a su país”. Otros destacados seguidores de Putin en Europa occidental son Nigel Farage, el defensor del Brexit, y Matteo Salvini, líder de la Liga italiana de extrema derecha y exviceprimer ministro.

El club de seguidores de Putin se extiende a Asia y Medio Oriente. Rodrigo Duterte, líder de Filipinas, ha dicho “mi héroe favorito es Putin”. Benjamin Netanyahu, exprimer ministro de Israel, otro autodenominado tipo duro, disfrutaba de los viajes a Rusia para discutir con Putin sobre geopolítica. Y el ruso ha entablado buenos lazos con líderes fuertes en otros lugares del Medio Oriente. Le regaló a Abdelfatah El-Sisi, presidente de Egipto, un fusil Kalashnikov, quien pareció embelesado con el obsequio.

Mohamed bin Salmán (MBS), príncipe heredero de Arabia Saudita y líder de facto, es otro seguidor de Putin. El exuberante apretón de manos entre Putin y MBS llega al corazón del culto internacional a Putin. Los mayores admiradores del líder ruso suelen ser aquellos que, como Duterte y MBS, comparten su gusto por la violencia y su desprecio por los derechos humanos.

Por eso, el actual enfrentamiento entre Rusia y el mundo occidental va más allá de la independencia de Ucrania, por muy importante que sea. El resultado de la crisis también puede determinar el tono de la política mundial. Si Putin prevalece sobre las democracias occidentales, su estilo brutal parecerá la tendencia del futuro.

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