El baile de los que faltan
Constanza Hube Profesora de derecho constitucional UC, convencional constituyente
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Constanza Hube
Las constituciones, junto con separar y limitar el poder y resguardar derechos fundamentales, deben contener los puntos que unen a los países, no los que dividen. Esto, porque es evidente que tienen vocación de permanencia en el tiempo, a diferencia de las leyes que dicta el Congreso y las políticas públicas, que se determinan en función de los programas de gobierno.
La propuesta de nueva Constitución que se está construyendo por parte de la Convención Constitucional (que ya cuenta con 161 artículos aprobados) apunta a todo lo contrario. Se ha buscado resaltar cada punto que nos separa a los chilenos, los han sometido a discusión y votación, y han logrado consagrarlos a nivel constitucional. Un ejemplo paradigmático de aquello es la plurinacionalidad, que incluye la creación de autonomías territoriales indígenas, con tribunales indígenas, autogobierno y libre determinación de los pueblos.
“Así como vamos, no es necesario ver la película completa para saber cómo va a terminar esta Convención: con una Constitución separatista, indigenista y desigual”.
A este separatismo hay que sumar a quienes quedan fuera de esta Constitución, “los que faltan”, el resto de los chilenos (los que en realidad han sido excluidos de esta discusión), todos aquellos que han pedido audiencia y que no han sido recibidos, aquellos cuyas iniciativas populares fueron rechazadas sin deliberación; los regantes, los agricultores, los padres que quieren elegir la educación de sus hijos, las radios, los mineros, los trabajadores cuyo derecho de propiedad sobre sus ahorros previsionales están en riesgo, entre otros.
Quedan fuera las personas que legítimamente votaron por la opción “Apruebo” en el plebiscito nacional y que mandataron a la Convención a hacer un trabajo serio que se enfocara en sus prioridades, principalmente en materia de derechos sociales como pensiones, salud, educación, entre otros.
Con las normas aprobadas hasta ahora, la propuesta está muy lejos de lo que se esperaba y de lo que debe ser una Constitución. Se trata de un borrador que no pone en el centro a las personas, sino que al Estado, entregándole más poder, no limitándolo; que termina con la colaboración pública privada; que separa entre ciudadanos de primera y segunda categoría; que genera riesgos de captura y desincentiva el desarrollo.
Respecto a la creación de ciudadanos de primera y segunda categoría y a la separación que se busca generar entre indígenas y no indígenas, una norma aprobada no solo exige consulta, sino que también el consentimiento de los pueblos originarios por cada medida que los pudiera afectar; que solo logrará generar separatismo y más distancia entre las personas y la solución de sus problemas reales, además de crear más burocracia y muchos más cargos políticos.
Han transcurrido más de nueve meses desde que la Convención Constitucional comenzó su trabajo, quedando menos de tres para que se presente la propuesta de nueva Constitución que se someterá a plebiscito. Conforme a lo expuesto, creemos que no es necesario ver la película completa para saber cómo va a terminar: una Constitución separatista, indigenista y desigual.