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El alto costo de no hacer nada

Gabriela Clivio Economista, directora de Mazars

Por: Gabriela Clivio | Publicado: Miércoles 25 de octubre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Gabriela Clivio

Desde hace un tiempo a esta parte, el Gobierno intenta por todos los medios recaudar ingresos adicionales para financiar varios tipos de gastos e iniciativas a pesar de las ineficiencias que existen en el sector público y los escándalos que se han dado a conocer, concretamente con el tema de las fundaciones.

Lo cierto es que luego que de que Congreso rechazara el debate sobre un proyecto de reforma tributaria en marzo de 2023, el Ejecutivo emprendió una nueva ronda de diálogos con el sector privado persiguiendo el mismo objetivo, que es el aumento de la recaudación. El llamado pacto fiscal, que más que pacto es una propuesta, busca recaudar el 2,7% del PIB e incluye medidas de cumplimiento tributario y un nuevo proyecto de reforma del impuesto a la renta.

“Que S&P rebajara la perspectiva de Chile es el costo de seguir insistiendo en el rumbo equivocado, sin reenfocar las prioridades en el crecimiento económico”.

En medio de este panorama, decorado además por la ausencia de crecimiento económico de mediano plazo y una probable contracción de la economía este año 2023, la calificadora de riesgo Standard and Poor’s revisó la perspectiva de Chile rebajándola a negativa desde estable.  Contrariamente al Gobierno, donde el crecimiento no figura en la agenda o en las prioridades, las razones de S&P para la decisión fueron justamente que “las disputas políticas han ralentizado la aprobación de políticas económicas significativas para impulsar el crecimiento económico y reconstruir la resiliencia fiscal en Chile”. Así y citando este argumento irrebatible, S&P revisó la perspectiva de la calificación soberana de largo plazo del país desde estable a negativa.

La institución además mencionó que la perspectiva negativa refleja el deterioro del consenso político en torno a los parámetros clave de la agenda política y económica de Chile, y esto con el tiempo afectará la capacidad del país para crecer y potencialmente debilitará su calidad crediticia. Esto no es más que el alto costo de la no-acción o de seguir insistiendo en el mismo rumbo en lugar de enmendar el curso. Hay que recordar que la no-acción también implica haber tomado la decisión de no-actuar en este caso, la decisión de no reenfocar las prioridades en el crecimiento económico.

Sin iniciativas o ante la ausencia de iniciativas para retomar la senda del crecimiento, sin una agenda que reduzca el impuesto adicional que implica la permisología existente, sin estímulos a la inversión y con las altas que interés que existen en el mercado como consecuencia de la búsqueda de controlar la inflación desatada que vivimos dada la combinación macabra entre retiros de los ahorros previsionales y estímulos fiscales para hacer frente a la pandemia, hay muy poco espacio de la economía para crecer.

A todo esto se debe sumar la incertidumbre que existe como consecuencia de este proceso constituyente en el que navegamos desde hace tres años y que ojalá logremos cerrar, y las disputas políticas que -tal como lo menciona S&P- pesan sobre el crecimiento. Raya para la suma: no estamos bien y parece que tampoco lo estaremos en el mediano plazo, salvo que realicemos algunos cambios a la dirección en la que estamos transitando.

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