Educación: pasar a las soluciones
Con el transcurso del tiempo, y a medida que las posturas de nuestros dirigentes se han ido endureciendo...
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Con el transcurso del tiempo, y a medida que las posturas de nuestros dirigentes se han ido endureciendo, ha ido quedando en evidencia que existe un grupo importante de jóvenes que no nos sentimos representados por el movimiento estudiantil que remece al país. En general, todos estamos de acuerdo en que el sistema educacional chileno requiere reformas urgentes, y nos une una finalidad común: el lograr una educación de calidad para todos. En ese sentido, la labor realizada por la Confech y sus partidarios es muy destacable, en cuanto fueron capaces de poner en el centro del debate público problemas apremiantes que durante casi 30 años nadie se había tomado en serio.
Es a la hora de definir cómo alcanzar este objetivo compartido cuando se producen las diferencias. En primer lugar, somos contrarios a la intransigencia demostrada por algunos representantes del movimiento: piden la instauración de una serie de reformas de corte muy radical sin estar dispuestos a hacer concesión alguna, y rechazando de plano cualquier propuesta del gobierno.. Dado que la educación es un tema que nos incumbe a todos, antes de aprobar una reforma de tal envergadura, nos parece sensato consultar a otros actores de la sociedad que también tienen algo que decir en la discusión, o que pueden aportar ideas y sugerencias novedosas.
Por otra parte, se ha ido produciendo un fenómeno curioso: los manifestantes sienten que es tal la trascendencia de la lucha que llevan a cabo, que ella los autoriza a situarse por sobre la institucionalidad a la que todo el resto de los ciudadanos se encuentra sujeto, como si el fin justificara los medios. Es así como la violencia, el saqueo o los daños en la propiedad ajena cometidos por un estudiante no se consideran como actos delictuales, sino como legítimas expresiones de protesta. Por lo mismo, rechazan la posibilidad de colaborar con el gobierno en la elaboración de un proyecto que se someta a la aprobación del Congreso, como si a fuerza de presionar, la autoridad pudiera hacer milagros y saltarse los conductos regulares.
Pensamos que el movimiento estudiantil tiene una fuerza impresionante, y que nos encontramos en la coyuntura perfecta para que de una vez por todas se empiecen a dar pasos definitivos en la mejora de la Educación. Sin embargo, la intransigencia, la negativa a colaborar con las autoridades, y la indiferencia hacia las instituciones pueden hacer que este tremendo esfuerzo quede en nada.