DF Conexión Asia | El extraño caso del Banco Central japonés
Arturo Claro V. Economista Econsult
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Arturo Claro V.
Luego de la ola inflacionaria que comenzó en 2021, los principales bancos centrales del mundo comenzaron a subir sus tasas de política monetaria (TPM) en un intento por encarecer el dinero, enfriar la demanda y así volver a controlar el crecimiento de los precios. El Banco Central Europeo (BCE) la elevó al nivel más alto en su historia (4,0%) y la FED en EE.UU al más alto desde 2001 (5,5%). En Suecia, Reino Unido y Australia se vieron decisiones en esa misma línea.
Sin embargo, el Banco Central de Japón (BoJ) pareció no inmutarse, y hasta hoy ha mantenido su dinero barato, con una TPM negativa (-0,1%). ¿Por qué hace eso?
“Ante la ola inflacionaria que comenzó en 2021, el BC de Japón pareció no inmutarse, y hasta hoy ha mantenido su dinero barato (-0,1%). ¿Por qué hace eso?”
El país lleva años de estancamiento, tiene una población envejecida en donde la fuerza de trabajo apenas se expande al 0,1% anual (16 veces menos que 1,6% promedio de Chile en los últimos 10 años, por ejemplo) y en la isla cada vez hay menos espacio para nuevas máquinas e infraestructura. Así, su crecimiento tendencial lleva años cayendo y en la última década su ingreso por persona aumentó apenas un 0,8%, casi la mitad que en Estados Unidos.
Todo lo anterior se traduce en una demanda interna muy débil, que no genera ninguna presión sobre los precios y que empuja a la isla a la deflación. Así, en un intento para evitar espirales deflacionarias, donde las personas postergan su consumo esperando precios más bajos, el BoJ tiene desde 2016 su TPM en -0,1%.
No sólo eso. Una TPM negativa es efectiva en hacer caer las tasas de corto plazo, como las de los créditos de consumo. Pero para bajar las de largo plazo, como las de créditos hipotecarios, es necesario la compra de bonos de largo plazo mediante una expansión más masiva de la hoja de balance del Banco Central. Desde 2013 el BoJ comenzó a hacer eso y logro llevarlas hasta prácticamente 0%, pero mediante una inyección masiva de liquidez. Actualmente, en promedio la hoja de balance de los bancos centrales de EEUU, Reino Unido y Europa representa el 32% del PIB de sus economías, en Japón la hoja de balance del BoJ equivale a 130% del PIB.
¿Y ahora? La inflación en Japón ha comenzado a acelerar y la subyacente superó por primera vez desde los años 90 la meta del 2%, con los salarios creciendo muy por sobre su promedio histórico. En respuesta ha aflojado un poco el control de las curvas de interés de largo plazo, dejando que estas lleguen hasta un 1% (mucho menos aún que el 4,5% que paga EEUU), pero sigue con la TPM negativa.
Esto ha afectado fuertemente a su moneda. La única forma de competir que tienen los bonos en yenes contra bonos en dólares (que pagan mucho más) es esperar que el YEN se aprecie fuerte. Así, hoy el YEN se ha “sobredepreciado” cayendo 5 veces más contra el dólar que sus pares de países desarrollados, y si es que no existen cambios de política monetaria, su pérdida de valor va a continuar. Algunos incluso han llegado a comparar su futuro con el del peso argentino o la lira turca.
Sin embargo, poner fin a años de “dinero gratis” no es sencillo y tendrá implicancias financieras globales, convirtiéndose seguramente en otra fuerza que impulsará al alza las tasas en el mediano plazo. Habrá que estar atentos a las decisiones del Banco Central de una isla en la otra parte del mundo.