DF Conexión Asia | Por qué a América Latina deben importale las relaciones entre China y Taiwán
Margaret Myers Fellow del Woodrow Wilson Center y directora del Programa de Asia y América Latina del Diálogo Interamericano
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Margaret Myers
Las intenciones de China en el estrecho de Taiwán no son un tema importante de debate en gran parte de América Latina, aunque sí lo son para muchos planificadores militares estadounidenses. Pero las implicaciones de una invasión china, o incluso de un bloqueo de Taiwán, van mucho más allá del ámbito militar. Un escenario taiwanés, especialmente si se prolonga, tendría efectos expansivos en las cadenas de suministro mundiales.
Taiwán produce actualmente más de la mitad de los semiconductores y la mayoría de los microchips avanzados del mundo. Éstos se encuentran en casi todos los aparatos automatizados, incluidos coches, teléfonos, equipos mineros automatizados e incluso máquinas de café.
“Un escenario de conflicto en el Estrecho tendría repercusiones en la economía mundial, que podría enfrentarse a billones de dólares en efectos de segundo orden”.
Como ha señalado el grupo estadounidense Rhodium, las interrupciones en la producción de semiconductores tendrían importantes repercusiones en los ingresos de las empresas, por supuesto, pero también en la economía mundial, que podría enfrentarse a billones de dólares en efectos de segundo orden.
Las operaciones militares chinas contra Taiwán también afectarían profundamente a la fabricación china y al comercio mundial. Esto se vería impulsado, al menos en parte, como también sugiere Rhodium, por una disminución de la financiación del comercio y un debilitamiento de la moneda china, lo que limitaría las importaciones del país procedentes del resto del mundo.
Por desgracia, el escenario de Taiwán no es tan descabellado. China lleva décadas planeando una operación en Taiwán, acumulando fuerzas y equipos destinados a ejecutar un bloqueo y/o un asalto anfibio a Taiwán, y a llevar a cabo ataques militares contra cualquier fuerza estadounidense que acuda en ayuda de Taiwán.
Muchas de las capacidades de China se pusieron de manifiesto durante la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán en agosto de 2022.
Aunque China se muestra firme en sus objetivos respecto a Taiwán, el uso de la fuerza militar por parte de China no es una certeza. La mera amenaza de una acción militar china podría bastar para asegurar la capitulación de Taiwán. La prolongada guerra de Rusia en Ucrania ha sido instructiva para los planificadores militares de Beijing, sin duda, pero también para la población de Taiwán. Es difícil saber si los civiles taiwaneses están dispuestos a soportar el grado de sufrimiento soportado por los ciudadanos ucranianos durante el último año.
Por desgracia, aunque China prefiera una resolución pacífica, el problema de Taiwán tiene un cierto calendario, ya que se espera la unificación para 2049, cuando China, según el presidente Xi Jinping, liderará el mundo “en términos de fuerza nacional compuesta e influencia internacional”.
Además, la posibilidad de que se produzcan errores de comunicación y de cálculo entre EEUU y China es ahora mayor que nunca. Y la continua desvinculación económica debilitará aún más el entorno de seguridad, deshaciendo los tipos de intereses económicos compartidos que de otro modo podrían disuadir de un conflicto militar.
La región latinoamericana haría bien en planificar para los peores escenarios tanto en las relaciones entre el Estrecho de Taiwán como entre EEUU y China, así como para las enormes perturbaciones económicas que se producirían.
Why Latin America should care about China-Taiwan relations
Margaret Myers is a fellow that Woodrow Wilson Center and director of the Asia and Latin America Program at the Inter-American Dialogue
Though top of mind for many U.S. military planners, China’s intentions in the Taiwan Strait are not a major topic of discussion in much of Latin America.
This makes sense, given the possible role that the U.S. military would play in the event of a cross-Taiwan Strait contingency. Latin American militaries, by contrast, are highly unlikely to factor in cross-Strait military scenarios, even though the Latin American and Caribbean region is relative diplomatic stronghold for Taiwan.
But the implications of a Chinese invasion, or even blockade, of Taiwan extend far beyond the military realm. A Taiwan scenario, especially if protracted, would have expansive effects on global supply chains.
Taiwan is currently responsible for producing well over half of the world’s semiconductors and most of its advanced microchips. These feature in nearly every automated thing, including cars, phones, automated mining equipment, and even coffee machines.
As the U.S.-based Rhodium Group has noted, disruptions in semiconductor production would have major impacts on corporate revenues, of course, but also on the global economy, which could face trillions of dollars in second-order impacts.
Chinese military operations against Taiwan would also profoundly impact Chinese manufacturing and global trade. This would be at least partially driven, as Rhodium also suggests, by a decline in trade finance and a weakening of China’s currency, limiting the country’s imports from the rest of the world.
Unfortunately, a Taiwan scenario isn’t so far-fetched. China has been planning for a Taiwan operation for decades, building up forces and equipment intended to execute a blockade and/or an amphibious assault on Taiwan, and to carry out military strikes against any U.S. forces coming to Taiwan’s aid.
Many of China’s capabilities were on full display during then-Speaker of the United States House of Representatives Nancy Pelosi’s visit to Taiwan in August 2022. During the trip, China demonstrated land, air, and sea-based proficiency, while also launching missiles over Taiwan for the very first time.
Even though China is resolute in its goals vis-à-vis Taiwan, Chinese use of military force isn’t a certainty. The very threat of Chinese military action might be enough to ensure Taiwan’s capitulation. Russia’s prolonged war in Ukraine has been instructive for Beijing’s military planners, certainly, but also for Taiwan’s population. It is hard to say whether Taiwanese civilians are willing to endure the degree of suffering withstood by Ukrainian citizens over the past year.
Unfortunately, even if China prefers a peaceful resolution, the Taiwan problem is on something of a timeline, with unification expected by 2049, when China, according to President Xi Jinping, will lead the world “in terms of composite national strength and international influence.”
Additionally, the prospect for miscommunication and miscalculation between the United States and China is higher now than ever. And continued economic decoupling will further weaken the security environment, unraveling the sorts of shared economic interests that might otherwise deter military conflict.
With all of this in mind, the Latin American region would be well-advised to plan for worst case scenarios in both cross-Strait and U.S.-China relations, as well as the massive economic disruptions that would ensue.
Fortunately, some countries in the region have a potential, critical role to play in diversifying the sorts of Asia-centered supply chains that would be most impacted by a devolving cross-Strait dynamic. But progress toward this end will need to happen soon than later.