DF Conexión a China | Las advertencias que surgen del colapso de China Evergrande
FT View © 2024 The Financial Times Ltd.
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La orden de un tribunal de Hong Kong el lunes pasado de liquidar China Evergrande, alguna vez la empresa inmobiliaria más valiosa del mundo, representa una advertencia para los inversores, otras empresas endeudadas y el propio liderazgo de China.
De manera más inmediata, el proceso de liquidación resaltará la escasa protección legal brindada a los inversores extraterritoriales en activos chinos. Una serie de reclamaciones nacionales e internacionales en competencia sobre los activos de Evergrande obstaculiza la reestructuración de una empresa con más de US$ 300 mil millones en pasivos. Si, como se espera, los reclamos internos tienen prioridad, la confianza de los inversionistas en el comercio de activos chinos en Hong Kong puede verse aún más socavada.
“La liquidación del promotor inmobiliario crea temores sobre el malestar económico de Beijing, pero no es nada claro que Xi esté tan centrado en el crecimiento económico como en garantizar la seguridad y el progreso tecnológico”.
En términos más generales, representa una prueba de la auatoridad de Hong Kong en China continental. No está claro hasta qué punto —o si acaso— las entidades gubernamentales locales, los tribunales y los acreedores de todo el continente aceptarán las órdenes de Hong Kong de transferir los activos que actualmente poseen a un liquidador.
A escala nacional, las implicaciones son aún más fundamentales. El estallido de la burbuja inmobiliaria de China, junto con el deterioro demográfico y un enorme sobreendeudamiento, plantean el espectro de la “japonificación”, bajo la cual la segunda economía más grande del mundo puede caer en el tipo de malestar de bajo crecimiento que sufrió Japón en la década de 1990.
El colapso de Evergrande ya es una saga de larga duración. La empresa, que además de formar parte del sector inmobiliario, tiene una serie de intereses en deportes, entretenimiento, finanzas, salud, automóviles y agricultura, comenzó a caer en la insolvencia después de no pagar los cupones de bonos extraterritoriales a finales de 2021.
Desde entonces, sus acciones han perdido casi todo su valor y sus bonos en dólares en circulación se cotizan a precios en dificultades, con un bono con vencimiento en 2025 a menos de dos centavos de dólar. Hui Ka Yan, su presidente, ha sido sometido a “medidas obligatorias” bajo sospecha de “delitos ilegales”, dijeron las autoridades.
Ahora, el mayor riesgo es que la crisis de Evergrande, que ya ha actuado como un lastre para el crecimiento económico general de China, siga teniendo efectos colaterales. Uno de ellos es que los promotores inmobiliarios chinos que cotizan tanto en el continente como en el extranjero pueden carecer de dinero para entregar al menos algunas de sus unidades de vivienda sin terminar, que la consultora Gavekal Dragonomics ha valorado en Rmb7.5 billones (US$ 1 billón). Otro riesgo es que los desarrolladores con problemas financieros no puedan pagar a sus proveedores. Una vez más, las cifras son enormes: los desarrolladores que cotizan en bolsa debían colectivamente Rmb3.4 billones en cuentas por pagar a sus proveedores a mediados de 2023, según Gavekal.
La magnitud de tales cifras deja entrever una verdad incómoda para Beijing. Según varios criterios, las debilidades de China parecen más pronunciadas que las de Japón hace unos 30 años.
La tasa de desocupación de propiedades residenciales urbanas es de alrededor del 20% en China, más del doble del 9% en Japón en 1990, según una investigación de Goldman Sachs. Los precios de la vivienda son alrededor de 20 veces los ingresos de los hogares, en comparación con 11 veces en Japón en 1990, añadió Goldman Sachs.
La gran pregunta sin respuesta frente a estos terribles escenarios es: ¿cuánto le importa realmente a Xi Jinping, el líder autoritario de China? Beijing debería utilizar el saludable balance de su gobierno central para estimular la economía en general. Debería acelerar la reestructuración de los promotores inmobiliarios en problemas y de los vehículos de financiación de los gobiernos locales. Más que nada, los funcionarios chinos necesitan aprender de los errores de Japón y actuar rápidamente para vender los activos deteriorados, realizando los recortes, o reducciones en valor, necesarios en el camino.
Pero no está nada claro que Xi esté tan centrado en promover el crecimiento económico como en garantizar la seguridad y el progreso tecnológico de China.