DF Conexión a China | La reapertura de China, ¿demasiado tarde?
IGNACIO TORNERO CEO East Consulting, profesor afiliado CEIUC ADRIÁN CUEVAS Vicepresidente East Consulting, profesor Tamkang University
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IGNACIO TORNERO Y CEIUC ADRIÁN CUEVAS
El pasado 8 de enero, un mundo expectante finalmente vio a la República Popular China abrir sus fronteras después de más de dos años de estrictas políticas contra el Covid-19. Si bien esta decisión reactivará en buena medida el rol de China como destino de inversión y centro de producción mundial, hay importantes dudas sobre en qué grado será posible detener el proceso de relocalización empresarial a otros países asiáticos.
En las últimas décadas, y sobre todo en los últimos años, las cadenas de valor y suministro se han “regionalizado”. Según informes de la Cámara Comercial Europea y Americana en China, entre un 10% y un 20% de las empresas occidentales tenía la intención de abandonar China en 2021, y un 60% de ellas manifestó la intención de trasladarse a otros lugares de la región Asia-Pacífico.
“China sigue siendo un punto crucial en la cadena de valor internacional. La relocalización está al alcance de un grupo reducido de empresas”.
Este fenómeno de relocalización empresarial venía produciéndose al menos desde la crisis financiera de 2008, y responde a tres factores fundamentalmente: mayores costos laborales, nuevos aranceles comerciales iniciados tras la guerra comercial, y el Covid-19.
En relación a lo primero, los costos son tres veces mayores en China que en Vietnam, y cinco veces más que en Indonesia. Además, entre 2009 y 2014 el salario mínimo chino casi se duplicó. En segundo lugar, la tendencia de relocalización se vio agravada tras los aranceles y trabas impuestas a productos fabricados en China y, especialmente, tras las interrupciones en la cadena de suministro durante el Covid-19; esto llevó a muchas empresas a trasladar su producción por completo fuera de China, o a adoptar la estrategia de “China más uno”, que implica una relocalización parcial de los procesos productivos.
A modo de ejemplo, Apple ha trasladado buena parte de su producción de iPhone a India; algunos MacBook se ensamblan ahora en EEUU, y los AirPods se fabrican en Vietnam (Foxconn ha invertido 700 millones de dólares en una planta de fabricación de computadores y tablets en Bac Giang). Durante la pandemia, Samsung detuvo la fabricación de celulares, televisores y computadores en China y, actualmente, su producción global está basada en Vietnam. Otras empresas como HP, Dell, Adidas o Nike hicieron lo propio, trasladándose a lugares como Taiwán, Tailandia, Bangladesh e Indonesia.
China, sin embargo, continúa siendo un punto crucial indiscutido en la cadena de valor y suministro internacional, ya que su capacidad de fabricación sigue superando considerablemente la de muchos de los países del sudeste asiático. Además, el tamaño de su mercado interno; la disponibilidad de mano de obra calificada; la conectividad del más alto estándar mundial; la experiencia de los proveedores chinos trabajando bajo normas internacionales; la existencia de productos semiacabados chinos; como los elevados costos de reubicación, hacen de la relocalización una alternativa solo al alcance de un grupo reducido de empresas.
Solo el tiempo y futuras medidas que implemente China, podrán responder si acaso la apertura fue o no demasiado tarde.