Después del 11
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
La conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado tuvo de todo. En primer lugar, hubo un proceso de valiosa discusión política, conducida por libros como los de Mansuy, Garretón y Aylwin. Como recuento, pienso que se “desacralizó” al gobierno de la Unidad popular, se le bajó de un pedestal y se analizaron las causas del golpe, sin por eso dejar de condenar al golpe mismo y la dictadura que se instaló después.
Escuché a muchos actores de la época hacer un reconocimiento sincero, doloroso, honesto, de su responsabilidad en el trágico evento. No faltaron los “yo te dije”, y los “por fin lo reconoce”. Esos que ignoran que en el golpe hubo responsabilidad de todos o casi todos, algunos en mayor o menor medida, y que es difícil que alguien se sienta con la confianza de tirar la primera piedra, libre de toda culpa.
“O se gobierna para la mayoría en forma pragmática y buscando acuerdos, o se busca el apoyo de su propio grupo, intentando levantar una épica que no encuentra apoyo en el resto de la población”.
Para muchos, entre los que me incluyo, esta conmemoración también fue una etapa de reflexión. Tuvimos la oportunidad de escuchar numerosos testimonios de sobrevivientes y de familiares de detenidos desaparecidos, en reportajes periodísticos, actos culturales, en museos, en universidades. Su testimonio nos hizo pensar, meditar, sobrecogernos. Miles de mujeres el domingo recordando pacíficamente lo ocurrido en Chile nos remece, nos compromete, nunca más, definitivamente, nunca más.
Con todo, no fue la conmemoración que hubiésemos soñado. No hubo un ambiente unitario. Estamos demasiado metidos en la pelea chica. En vez de un nunca más, se optó por relevar a la figura de Allende, que como sabemos, lejos de unir, divide.
Ahora que ya pasó la conmemoración, me suena con fuerza el recado de Aylwin a Allende, pocos días antes del golpe: “Presidente, usted tiene que definirse, tiene que tomar una decisión política…. No puede estar bien con el MIR y pretender estarlo con nosotros. Hasta ahora, usted parece querer conciliar lo inconciliable y, con su capacidad de persuasión, cree ir superando los obstáculos, pero eso es sólo transitorio. Para lograr soluciones reales tiene que definirse”.
El Gobierno actual tiene enormes desafíos por delante: sacar adelante el proceso constituyente, una economía que no crece, un ambiente político polarizado, inseguridad y delincuencia. Para enfrentar estos obstáculos hay que definirse, tomar decisiones. O se gobierna para la mayoría en forma pragmática y buscando acuerdos, o se busca el apoyo de su propio grupo, intentando levantar una épica que no encuentra apoyo en el resto de la población. Estoy seguro de que el primer camino es el único que permite avanzar, el segundo permite sólo pequeñas victorias “transitorias”.
Tal vez los próximos días de deportes y fiestas dieciocheras nos van a llevar a cada uno de vuelta con sus preocupaciones. Es de esperar que saquemos las lecciones correctas de nuestra historia, para que no volvamos a cometer los mismos errores, una y otra vez.