Cultura y turismo, un binomio virtuoso

Carmen Gloria Larenas

En estos días aún se desarrolla el 23º Festival de Ópera de Amazonas, en la ciudad de Manaos, en Brasil. Una cita con más de dos décadas de tradición, que este año y por tercera vez convocó también al Encuentro de Industrias Creativas del gigante latinoamericano.

Gestores culturales, creadores, profesionales de la educación y políticos se encontraron, en un esfuerzo conjunto por aunar voluntades para profundizar -entre otros objetivos- el binomio turismo y cultura. Una pareja casi evidente cuando pensamos en el lugar que tiene en el imaginario colectivo la palabra Amazonas, y de un gran potencial a la hora de posicionar a un país a los ojos del mundo y pensar en diversificar las actividades de una región.

“Los lugares icónicos en Chile atraen a cientos de miles de turistas al año, pero nos falta mucho para que esos paisajes únicos se complementen con una propuesta cultural sólida”.

Curiosamente, ambas áreas de la economía han sido de las más golpeadas por la pandemia del Covid, en especial en países donde aún queda por avanzar en materia de legislación y formalidad. Es el caso de Chile en materia cultural. Justamente, haber caído tan dramáticamente en estos dos años permite replantearse casi obligadamente la necesidad de hacerlo mejor, en un amplio sentido.

Los países con mayores ingresos por turismo en el mundo ofrecen también múltiples actividades culturales; o al menos, países con un sello cultural marcado. Francia, con sus atracciones turísticas, museos y teatros, entre múltiples más; Italia, con el testimonio arquitectónico y culinario de su historia; o Grecia, con su legado a Occidente en pensamiento y filosofía. Finalmente, lo que trasciende en el tiempo de los países es la creación, natural o humana, de sus territorios y sus personas.

Las posibilidades en Chile para potenciar este binomio virtuoso son numerosas y están aún en ciernes. La menor actividad cultural teatral en el norte no logra interconectarse con su riqueza turística, mientras que la actividad artística musical del sur reside en un entorno privilegiado, aunque su infraestructura, hotelería y oferta culinaria tenga mucho espacio por avanzar. Los lugares icónicos en Chile atraen cientos de miles de turistas al año, pero nos falta mucho para que esos paisajes únicos se complementen con una propuesta cultural que nutra la experiencia de nuestros visitantes de forma inolvidable y con características propias.

Mientras nuestros vecinos de Argentina, Brasil y Perú tienen al turismo y la cultura en un plano prioritario, estas actividades son vistas en Chile como sectores de segundo orden independientes, a los que hay que aplicar planes de salvataje para mantener su subsistencia, lejos de fomentar su aporte al progreso y la visibilidad del país. Tanto el sector privado como el público miran con cierto desdén dos sectores que, unidos, logran más que desarrollarse como impulsores de mayor prosperidad. Su evolución conjunta se transforma de manera indeleble en un sello de los países, en la nitidez de su esencia, en eso mismo que admiramos de Brasil, Argentina y Perú. Eso que tantas veces buscamos sin éxito por estos lados.