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Columnistas

Conexión a China | Asia y su pragmatismo económico

Andreas Pierotic Ex Agregado Comercial de Chile en Beijing. Ha vivido, estudiado y trabajado en China doce años

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 3 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.

Si se le pidiera a cualquier occidental medianamente observador que viva en China hace unos años enumerar tres aspectos de China que le preocupan para el desarrollo económico futuro de su país, seguramente encontraríamos en ese listado al menos una coincidencia: un ejército de intelectuales, o en su versión vulgar, de policy makers, guiados por un pragmatismo crudo.

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La escuela de Deng Xiaoping —resumida en su famosa frase “no importa si el gato es blanco o negro, mientras cace ratones”— tercia hasta hoy en el establishment económico chino. Cualquier economista de gobierno, académico y empresario con voz, está alineado con un lenguaje que rehúye los conceptos contrarios a la practicidad de los hechos. El pragmatismo es el marco en que esa élite económica conversa, consensúa y decide hace 40 años el camino de China.

¿Qué hay de preocupante en eso?

¿Acaso no dijo Darwin que las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio? Los “soldados” económicos chinos, al rehuir la teorización, están incursionando en la próxima trinchera de batalla mientras en Occidente curamos a nuestros soldados heridos en la retaguardia. Notorio es que mientras debatimos intensa y egoístamente, y rara vez existe política de desarrollo consensuada que tenga presupuesto garantizado más allá del gobierno de turno, la élite china se adapta al cambio y, además, lo genera para su beneficio.

Nuestra desadaptación (por no decir, anacronismo), en un contexto de auge económico asiático evidente, proviene de las discusiones in abstracto y sempiternas sobre el límite del Estado y el mercado. En China, ése es un debate ocioso. Una idea práctica cruza no sólo este país, sino también Singapur, Vietnam o Malasia: hay que perseguir un alineamiento y complementariedad prácticos de los intereses públicos y los privados.

Piénsese que, en Singapur, la segunda economía más libre del mundo, existe un holding estatal (Tamasek) con activos desde el sector tech al inmobiliario por sobre los US$ 300 mil millones, que transversalmente es considerado necesario. En Occidente preferimos anecdotizar ese “hecho singapurense” y seguir in abstracto discutiendo los límites empresariales entre Estado y el mercado, cada frente con sus generales haciéndose zancadillas dogmáticas unos a otros.

A río revuelto, ganancia del Pacífico asiático. En la era de la globalización, mal hacemos atrincherándonos en islas doctrinales ignoradas en el otro extremo del océano. Si no logramos ser más prácticos, ordenados, conscientes de la nimiedad de nuestros desacuerdos en la escala global (y por ende, de nuestra ventaja); y generosos para consensuar políticas económicas de Estado (de largo plazo), el ejército práctico de policy makers asiáticos observará a la distancia cómo nos vamos empobreciendo en Occidente, y cómo desfallecemos en la trinchera de nuestro propio dogmatismo.

English version
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Asia's economic pragmatism

If any moderately observing Westerner living in China for a few years were asked to list three aspects of China that concern him vis a vis the future economic development of his country, surely this one would be on any list: the existence in China of an army of intellectuals, or more plainly policymakers, guided by raw pragmatism.

Deng Xiaoping's school, summarized in his famous phrase "It doesn't matter whether a cat is white or black, as long as it catches mice", still carries weight in China's economic establishment. Any government economist, scholar or entrepreneur with a say is in line with a language that shuns concepts contrary to the practicality of facts. Pragmatism is the framework in which that economic elite discusses, reaches consensus and has decided the path for China in the past 40 years.

What is worrying about that?

Didn't Darwin say that the species that survive are not the strongest, nor the fastest or most intelligent, but those that are best adapted to change? The Chinese economic "soldiers", by shunning theorization, are diving into the next battle trench while we in the West are healing our wounded soldiers in the rear. It is notorious that while we debate intensely and selfishly, and there is rarely a consensual development policy that has a guaranteed long term budget, the Chinese elite adapts to change and, moreover, generates it for their benefit.

Our western maladjustment (not to say anachronism), in a context of evident Asian economic rise, comes from the unending abstract discussions about the limits of the State and the market. In China, this is an idle debate. A practical idea crosses not only this country, but also Singapore, Vietnam or Malaysia: a pragmatic alignment and complementarity of public and private interests must be pursued.

In Singapore, the second freest economy in the world, there is a state holding company (Tamasek) with assets ranging from the tech to the real estate sectors of over US$ 300 billion, which is considered necessary across the board. In the West we prefer to think of this as an anecdote and to keep on debating in abstract terms, the generals of each battlefront dogmatically tripping each other.

For the Asia Pacific region, it's good fishing in troubled waters. In the era of globalization, we are wrong to entrench ourselves in irrelevant doctrinal islands on the other side of the ocean. If we fail to become more practical, orderly, aware of the trifle of our disagreements on the global scale (and thus of our advantage); and more generous in agreeing on (long-term) state economic policies, the pragmatic army of Asian policymakers will watch from a distance as we become poorer in the West, and as we falter in the trenches of our own dogmatism.

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