Celac- China: proyecciones a futuro
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Uno de los resultados de la reciente Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, Celac, exitosamente realizada en nuestro país, es la instrucción a los cancilleres de la región de impulsar la puesta en marcha del Foro de Cooperación con China. No se han dado mayores comentarios sobre el tema hasta ahora, pero es posible que en el largo plazo esa sea una de las resoluciones fundamentales de esta cita continental.
En el punto 19 de la Declaración de Santiago se encomienda explícitamente a los cancilleres asumir esa tarea, lo cual no es un tema fácil, aunque necesario. Sobre todo ahora, cuando llega una nueva generación política a gobernar China.
¿Por qué no es un tema fácil? Las dificultades saltan a la vista cuando se constata que la Declaración Política de China hacia América Latina y Caribe, de noviembre de 2008 (con planteamientos en vínculos políticos, económicos, culturales, sociales y globales) no tiene hasta ahora una respuesta colectiva. La región en su conjunto no ha sabido cómo responderle a China con una visión común y una agenda compartida. Chile ha sido, prácticamente, el único país que emitió un documento de respuesta formal y otros dos, México y Brasil, enviaron cartas con algunos comentarios.
China tiene su Foro con la Unión Europea y otro con Africa, además de la cita anual con los países asiáticos de Asean, incluyendo también a Japón y Corea del Sur. Por cierto, existe el mecanismo de diálogo estratégico con Estados Unidos. Con América Latina y Caribe no encuentra aún cómo hacerlo. Por eso esta decisión reciente en Santiago es importante.
El año pasado se dio un paso relevante cuando, a invitación del primer ministro Wen Jiabao en su discurso en la Cepal, los tres países de la troika 2012 (Venezuela, Chile, Cuba) visitaron Beijing. Fue un primer gesto protocolar-político, pero significativo. La cuestión es definir una agenda común y tener voluntad de trabajarla en conjunto.
Los latinoamericanos, a pesar de cumbres como Celac, no terminan de encontrar sus “denominadores estratégicos comunes” para avanzar en el diálogo con otras regiones y países mayores, como China. La diversidad de proyectos nacionales de desarrollo y las distintas matrices políticas que los alientan dificultan aún esa convergencia.
Pero, ¿podemos seguir construyendo nuestro perfil en el mundo global sin tener un debate en serio sobre nuestra relación con China? Por ahora, tenemos un mosaico de intereses que, en muchos casos nos llevan a agendas de corto plazo.
Sin embargo, una mirada con mayor perspectiva demuestra que grandes cuestiones -como la vigencia de un desarrollo sustentable y el resguardo del medio ambiente, los desafíos en innovación, la derrota de la pobreza, el incremento de infraestructura, logística y transporte, la transformación de sus sistemas educacionales y, en fin, el desarrollo de mejores mecanismos de participación ciudadana, entre otras- hablan de problemas similares que cruzan todas las sociedades latinoamericanas.
Son temas que, al mismo tiempo, coinciden con muchos desafíos que también enfrenta China en su devenir por el siglo XXI y que, a veces, tienden a resumirse en la llamada “trampa de ingresos medios”. Cuando se piensa en el triángulo Estado-Mercado-Sociedad (esto es un Estado fuerte, regulador y conductor; un Mercado con capacidad de innovar y crecer; una Sociedad con equidad en las oportunidades y protecciones), el diálogo entre China y sus contrapartes latinoamericanas muestra su viabilidad: allá y acá queda mucho por hacer para alcanzar el nivel de países desarrollados.
Esa decisión de Celac en Santiago llama a avanzar en una dirección. Llama a construir un Foro con China que puede ser esencial a nuestro futuro. Por cierto, hay que hacerlo con mentalidad de siglo XXI, con imaginación política y con menos miradas al espejo retrovisor, cuestión que a veces obsesiona tanto a ciertos líderes en la región.