Capacidad adaptativa para tiempos de cambio
Juan Carlos Eichholz Socio CLA Consulting y profesor UAI
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Juan Carlos Eichholz
Tres noticias que no parecen estar relacionadas. La primera: el número de CEO en Estados Unidos que ha dejado su cargo este año es 50% superior al del año pasado, siendo la cifra más alta desde que se tiene registro –y en Chile no son pocas las empresas que andan buscando CEO, dicho sea de paso–. La segunda: la Asociación de Lecheros de Valdivia tiene demandada a NotCo por vender leche que no es leche. Tercero: Frutura, una plataforma global de California comercializadora de frutas ha comprado las compañías chilenas Giddings y Subsole, entre otras agrícolas latinoamericanas.
¿Algún denominador común? Sí, los efectos que la aceleración del cambio está produciendo en todas las empresas del mundo, habiendo unas que lo viven como una amenaza de la cual defenderse, y otras como una oportunidad a aprovechar. ¿De qué lado está su empresa? Esto depende fundamentalmente de la capacidad adaptativa que ésta tenga, es decir, de cuán preparada está para navegar en medio de la incertidumbre, la inestabilidad y el desequilibrio, que es lo que los cambios generan.
“Nos gusta hablar de cambio, pero otra cosa es vivirlo; y es que no estamos diseñados para el cambio, sino para la conservación, para movernos en piloto automático. Por eso es que resulta difícil cambiar”.
Nos gusta hablar de cambio, pero otra cosa es vivirlo, y es que no estamos diseñados para el cambio, sino para la conservación, para movernos en piloto automático. Por eso es que resulta difícil cambiar, pero los tiempos en que vivimos no nos dejan otra opción, y de ahí lo importante que es desarrollar ese músculo de la capacidad adaptativa, que es lo único que termina haciendo competitiva a una empresa en un entorno de profundos cambios tecnológicos y sociales.
CLA Consulting, con el apoyo de UAI, acaba de lanzar el tercer estudio de capacidad adaptativa, incluyendo organizaciones en Chile, Perú, Colombia, Argentina, México, Estados Unidos y España. Los resultados son decidores y hablan por sí mismos. Aquí algunos de ellos.
Primero, los unicornios son las empresas, por lejos, de mayor capacidad adaptativa, lo que explica por qué los lecheros de Valdivia ven a NotCo como una amenaza y, en lugar de buscar competir, intentan detener su avance en tribunales. Segundo, las empresas tradicionales grandes estadounidenses –y también las españolas– tienen más capacidad adaptativa que sus pares latinoamericanas, lo que explica por qué es Frutura la que compra empresas en estas latitudes y no al revés. Tercero, la mayor parte de las startups latinoamericanas pierde capacidad adaptativa al crecer, lo que las va transformando en empresas tradicionales más que en unicornios, lo contrario de lo que ocurre en Estados Unidos y en España, y que se explica por el tipo de inversionistas con que suelen contar.
Las empresas tradicionales grandes no tienen opción; más que defenderse deben transformarse, y eso pasa por aumentar su capacidad adaptativa. Se trata de un ejercicio consciente de mirarse y trabajarse como organización, más allá del foco que se pone en el negocio. Querer transformarse sólo por la vía de cambiar la estrategia y mover las cajitas en el organigrama no funciona, porque se deja fuera lo más importante, las personas.
Quizás por eso es que tantos esfuerzos de transformación fracasan y los CEO son reemplazados como nunca antes. Y por eso mismo es que el propósito, la cultura y el talento juegan un rol fundamental, que le da profundidad y sostenibilidad al cambio, generando una capacidad adaptativa que queda instalada y marca una diferencia.