Benedicto XVI: el Papa que supo ejercer del poder
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La teoría del conflicto nos enseña que no es efectivo que haya una tensión entre ser asertivo y empático a la hora de abordar una controversia y Benedicto XVI es el mejor ejemplo de esta premisa. ¿Por qué?: porque supo ocupar el poder del cual se encontró investido y porque lo creó usando todas las fuentes de poder a su disposición.
Es larga la lista de escándalos, conflictos, desavenencias y errores que debió abordar el Sumo Pontífice. Pedofilia de sacerdotes, problemas financieros, graves divisiones del clero; la relativización de los mandatos morales por muchos feligreses, entre otros tantos. ¿Cómo los abordó?: con mucha claridad y precisión (asertividad) y, al mismo tiempo, con consideración y respeto (empatía), usando el poder que tenía y, tal vez lo que es más notable, generando mayores fuentes de poder. Veamos.
Desde luego, Benedicto XVI utilizó con asertividad su posición formal de poder en la jerarquía, tan importante en la estructura de la organización católica y las normas, plasmadas en el Derecho Canónico. Pero este poder formal debe complementarse con otras fuentes, que son básicas a la hora de aglutinar voluntades.
Primeramente, el Papa usó su conocimiento experto, la gran fuente de poder de que se valió. Benedicto XVI es uno de los filósofos y teólogos más importantes de la Iglesia Católica de los últimos tiempos, lo que le valió la admiración y respeto de creyentes e incluso de no creyentes. A su posición en la jerarquía y su gran conocimiento utilizó la profusa tradición de la Iglesia, que se sustenta en usanzas, costumbres y prácticas que imprimen legitimidad a la solución de controversias a través de un patrón previamente establecido; esta fuente le permitió dar aún más peso a sus opiniones.
Otra fuente de poder que utilizó el Papa es la disposición sobre recompensas y castigos, un punto alto de este papado; en efecto, al jerarca máximo de la Iglesia no le tembló la mano cuando debió castigar las numerosas infracciones cometidas, especialmente, las de sacerdotes pedófilos. El propio comportamiento del Papa también afectó decididamente el de sus subordinados; se sabe que para abordar un conflicto se generan acciones que dan lugar a reacciones y para que el comportamiento del líder de una organización afecte positivamente el de sus seguidores, éste debe contar con capacidades persuasivas basadas en aptitudes personales intachables.
La persistencia fue otra de las claves en este papado; ésta debe ser usada gentil y firmemente, apoyada de criterios objetivos y de legitimidad que sustentan los fines que se persiguen. Por último, complementando lo dicho, contar con una integridad personal a toda prueba, que en el mundo de la Iglesia Católica es de vital importancia: el Papa fue honesto con la entrega de información, cumplió siempre la palabra empeñada y respetó los valores y principios de la Iglesia.
Qué duda cabe: Benedicto XVI fue el Papa del poder. El poder debe ser usado con empatía y asertividad, grandes enseñanzas para ejecutivos y empresarios.