El natural campo de desempeño de los estrategas de todos los tiempos está marcado por el desafío de intentar solucionar aquello que no tiene una aparente solución. Karpov (1998) comentaba como la “táctica consiste en saber que hacer cuando y donde hay algo que hacer. La estrategia consiste en saber qué hacer, cuando no hay nada que hacer”, lo que refuerza el desafío que invita a buscar o construir soluciones a problemas de particular interés…manifestados o por manifestarse.
Ya comentábamos con nuestro buen amigo el Dr. Sergio Melnick esta idea en la presentación de uno de nuestros trabajos en Santiago (2010), cuando indicábamos que “el estratega busca crear, para que otros puedan creer”. En efecto, ésta es la tarea esencial de quienes se dedican a la dirección de empresas y organizaciones, es crear las condiciones para que las situaciones, hechos, servicios y objetos (de valor percibido por los stakeholders) puedan manifestarse; o bien, en el caso de ya haberse manifestado, puedan correr hacia el cauce apropiado para nuestros intereses.
También esto es propio del mundo empresarial y de los emprendedores, donde la potencialidad de las ideas requiere una dosis elevada, si se quiere, de convicción o de creencia en el proyecto que se desea emprender, puesto que se trata de algo inmanifestado (como lo suele ser la energía antes de cristalizarse en materia), que vive aún en la dimensión de la física de las posibilidades, sin que le hayamos empujado a expresarse. ¿De que depende que se transforme en algo concreto? (o manifestado en la realidad cotidiana): pues, en primer término, de que creamos en que puede crearse.
Tal es la magia del esfuerzo creador que ha forjado compañías, organizaciones y empresas en el mundo entero: una buena dosis de creencia y energía disponible para crear aquello que, la mayor parte de las veces, no recibe ni el apoyo financiero, ni la credibilidad necesaria por parte de los potenciales inversionistas (re riesgo y sin él), quedando relegado a la gaveta de las “buenas ideas que no se convirtieron en buenos negocios”.
Es que el camino y solución estratégica para los directivos y emprendedores que desean avanzar con sus ideas, se desplaza veleidosamente en una inconfortable zona intermedia entre crear y creer (en sí mismos y en sus propios proyectos): ¿alguien más se anima?