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Columnistas

Algunas lecciones del milagro chino

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 18 de febrero de 2014 a las 05:00 hrs.

Una vez presentado el gabinete del próximo gobierno de Michelle Bachelet, las nominaciones de Alberto Arenas y de Rodrigo Peñailillo pueden ser vistas como una señal que al menos en tres áreas clave -constitución, educación e impuestos-, los cambios estarán en línea con el programa de gobierno.

Sin embargo, la experiencia de otros países muestra que los cambios no son fáciles. Guardando las proporciones, la experiencia de China da algunas pistas de cómo llevar adelante un proceso exitoso y dónde pueden asomar algunos peligros. ¿Qué lecciones podemos sacar?
En primer lugar, la gradualidad es una buena idea cuando no se conoce bien el terreno. En China los mecanismos de mercado se introdujeron paulatinamente, en claro contraste con las transformaciones radicales preferidas por Mao, cuyo episodio más conocido, el “Gran Salto Adelante”, costó no menos de 25 millones de muertos por hambre. Cambios equivocados en el sistema educacional o tributario no acabarán con la vida de millones de personas, pero serán un lastre para el desarrollo de muchas. Por eso, la falta de evidencia empírica concluyente en estas materias sugiere caminar más bien lento que rápido.

También, privilegiar el pragmatismo por sobre las ideologías. Entre 1949 y 1978 los chinos sufrieron en carne propia las consecuencias del apego obtuso a una ideología y a pesar de ello les costó una enormidad dejarla de lado. La fuerza con que Deng Xiaoping impulsó ideas que funcionaban bien, aunque para parte importante de su propia gente eran herejías, es una de las lecciones importantes de la experiencia china.

Las grandes reformas tienen perdedores, lo que implica que no son sólo un asunto técnico, sino que también político. Durante los primeros años China logró avanzar con un proceso “sin perdedores”, pero con el tiempo fue necesario acomodar, enfrentar y/o compensar a los grupos que perdían en el camino.

Lidiar con grupos altamente ideologizados requiere de líderes que “pongan el pecho”. Cuando en 1989 la crisis de Tiananmen parecía poner la lápida al proceso de reformas, Deng se enfrentó a los sectores más conservadores del partido y en su famoso “Viaje al Sur” promovió la profundización del proceso, permitiendo que Jiang Zemin y Zhu Rongji avanzaran, llegando a incluir a China en la Organización Mundial del Comercio, quizás el paso más relevante del proceso de transformación chino.

Por último, los efectos colaterales negativos de algunas medidas que en el papel parecen razonables pueden ser gigantescos. En el caso chino es clarísimo. Los privilegios otorgados a parte del sector industrial (acceso preferencial a financiamiento, tipo de cambio muy depreciado, entre otros), generaron exceso de inversión y de endeudamiento, grandes distorsiones en el mercado financiero, entre otros problemas que hoy ponen en riesgo el proceso de desarrollo chino… No vaya a ser que en Chile la búsqueda de la gratuidad universal en educación termine generando un sistema aún más segregado que el actual.

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