40 horas y doble empleo: la necesidad tiene cara de hereje
FRANCISCO PLASS MONTALVA socio GNP Canales Abogados Laborales.
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FRANCISCO PLASS MONTALVA
Estamos ya a unos pocos meses de que comience la aplicación de la ley 21.561 (abril de 2024), que modifica el Código del Trabajo con el objeto de reducir la jornada laboral a 40 horas y existe una serie de interrogantes respecto de su efectividad y mejora real en la vida de las personas.
Cuando aún se discutía este proyecto de ley, se anunciaba que el principal fin de aquella anhelada reforma era que las personas pudieran trabajar menos. Vale decir, que los trabajadores de nuestro país pudieran dedicar más tiempo a actividades extralaborales (familia, deporte, etc.) con el objeto claro de mejorar su calidad de vida.
“Ya no importa la disminución de horas laborales, sino que se abre la posibilidad para que las personas busquen segundos empleos y aumenten sus ingresos”.
No obstante, el recién pasado 11 de diciembre leímos en este mismo diario una noticia titulada “Las empresas están apurando la reducción de jornada y personas con dos empleos van al alza”. Esta noticia nos lleva a constatar que, en la rebaja de jornada, ya no importa la disminución de horas laborales, sino que se abre la posibilidad para que busquen segundos empleos y aumenten sus ingresos.
Esto, que ahora se muestra como una tendencia, sin duda aumentará considerablemente al entrar en vigor esta ley, ya que entregará la posibilidad de distribuir la jornada máxima semanal en cuatro días en vez de cinco.
¿Luego, es esto algo negativo? No necesariamente. Con la actual crisis económica y el creciente aumento del costo de la vida, podría parecer una bendición para tantas familias el poder contar con un día libre completo a la semana en orden a aumentar sus ingresos. En realidad, hoy se trata de una necesidad.
Pero, lamentablemente, con esto estaremos lejos de poder dedicar más tiempo al descanso o a la familia. Lejos del objetivo inicial de esta ley, que era aumentar la calidad de vida. Incluso podríamos llegar a un escenario opuesto: personas trabajando muchas más horas de lunes a jueves, para seguir trabajando de manera informal, o precaria, los días restantes. Disminuyendo calidad de vida, aumentando el estrés y las enfermedades laborales.
Hay otros antecedentes para tener en cuenta: los empleos part-time son peor pagados, por razones de eficiencia, y las actividades de emprendimiento tienen el gran problema de la informalidad. Esto se agrava aún más en las personas de bajos ingresos. Es decir, los sectores con mejor acceso a educación, tecnología, acceso a fomentos estatales y comprensión de la legislación tributaria y regulatoria, entre otras, logran pasar más fácilmente de la informalidad a la formalidad al ir creciendo en esas actividades; contando de este modo con más oportunidades para mejorar sus ingresos en formatos part-time de calidad.
En consecuencia, no está quedando claro a la fecha que la ley de 40 horas vaya a servir para que las personas trabajen menos y puedan aumentar su calidad de vida, al contrario, parece ser que la ley incentiva la posibilidad de generar trabajos adicionales peor pagados que el empleo principal y con alto grado de informalidad, lo cual se ve potenciado por nuestra debilitada economía. En suma, hasta ahora, el principal objetivo de la ley de 40 horas no tiene cómo cumplirse.