Señora Directora:
Tengo casi 30 años de ejercicio profesional, y nunca me quise colegiar, porque los valores del Colegio de Abogados de Santiago no me representaban. Hace dos años y a raíz de los múltiples cambios que se estaban generando, decidí inscribirme para apoyarlos. Sin embargo, me he dado cuenta de que siguen pasando leyes mal diseñadas y que el Colegio no tiene opinión sobre ellas, como tampoco cuando el SII pidió a los abogados romper el secreto profesional.
Estoy orgullosa de ser abogado y quisiera hacer de este un mejor país para vivir. Pero creo que esto se logra luchando por las instituciones desde dentro. Por eso, pese a mi crítica no comparto la decisión de quienes han renunciado a ser miembro del Colegio, aunque respeto su sacrificio por hacer visible su malestar frente a la decisión de colegiatura obligatoria.
Sin embargo, creo que ya que en mayo próximo se inscriben las listas para reemplazar a parte de los consejeros, debemos perseguir que el Colegio de Abogados tenga un rol activo como órgano consultivo del Congreso, y ahora también de los Constituyentes, para que este sea un lugar al que todos quieran pertenecer, y no sea un lugar al que se nos obliga a entrar.
Los invito a que en las próximas elecciones de consejeros hagamos un cambio, sin amarrarse a criterios de partidos políticos, sino al amor de hacer leyes buenas, justas y bien redactadas.
Soledad Recabarren
Abogada